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4.4. Los amores de Apolo

 

Apolo encarnaba el “canon” de la belleza masculina ideal, la del joven en la plenitud de su belleza (koûros), uno de cuyos prototipos más influyentes ha sido el Apolo Belvedere (fig. 78). Se le atribuyen varios amores y descendientes: por ejemplo, con Manto, hija de Tiresias y la primera pitia délfica, tuvo a Mopso, fundador del oráculo de Claros, en Asia Menor; según algunos, con la musa Calíope engendró a Orfeo y a Lino, el maestro de Heracles (Unidad 3.1; 4.2), con la ateniense Creúsa a Ión y con Cirene, a Aristeo, fundador de la colonia griega homónima en la actual Libia. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, según él mismo confiesa a Hermes, “Estoy dejado de la mano de Afrodita en asuntos de amores” (Luciano, Diálogos de los dioses, 17.2). En efecto, su amado Hiacinto (o Jacinto) pereció cuando Céfiro, por celos, desvió el disco lanzado por el dios; otro de sus amantes, Cipariso, murió de resultas de una cacería: ambos adolescentes se convirtieron en plantas, el lirio y el ciprés, respectivamente (fig.79).

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