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3.2.1. Pan

Según una tradición, el pedagogo de Dafnis, en las artes musicales y en el amor, fue el semidiós Pan (fig. 46), hijo de Hermes y una ninfa; en algunas versiones, la madre es Hibris (la Desmesura) o por Penélope, que en ausencia de Ulises se habría acostado con “todos” sus pretendientes (pan, en griego significa “todo”). Según otras fuentes, el nombre se lo pusieron los dioses porque cuando Hermes les enseñó al recién nacido, “todos” se rieron, al ver su bizarra figura, mezcla de humano y macho cabrío.

El hibridismo de Pan va acompañado de una sexualidad exuberante: en los mitos anda persiguiendo a ninfas y jovencitos, como el mencionado Dafnis, e, incluso, practica la zoofilia (fig. 47). Fue correspondido por la ninfa Pitis, pero Boreas, que también la pretendía, la mató empujándola desde lo alto de una peña; Gea la transformó en un pino, cuyas hojas formaban la corona de Pan (fig. 48). Por el contrario, fue rechazado tanto por Eco, que estaba enamorada de Narciso, como por Siringa. Esta última, cuando el semidiós la acorraló junto a un lago, pidió ayuda a los dioses, que la convirtieron en cañaveral; para honrarla, Pan cortó unas cañas y las ensambló creando la siringa o caramillo (fig. 49).

A partir de este mito, Claude Debussy compuso un solo para flauta (Syrinx, 1913). La vinculación con la música está especialmente significada en el Himno homérico XIX. A Pan (14 ss.).

Ni Homero ni Hesíodo mencionan a Pan, pese a que gozó de un culto floreciente, sobre todo en Arcadia de donde era originario. Se incorporó a los dioses principales de Atenas después de Maratón (490 a.C.), ya que, según la leyenda, apareció el campo de batalla, sembrando el “pánico” en el ejército persa. La relación de Pan con la naturaleza agreste y con la sexualidad explica su sincretismo con Fauno, genio romano de la vegetación (fig. 50), y su inclusión en el cortejo dionisiaco (fig. 51). Y así, mientras en la tradición cristiana la imagen de Hermes se asoció a los ángeles y al Buen Pastor (Unidad 1.1), la de su hijo lo hizo con el Demonio, el Diablo que en forma de macho cabrío presidía los aquelarres (fig. 52).

A finales del siglo XIX, fue una figura emblemática del Simbolismo, la nueva estética, sensual y pagana que plasma el poema de Stéphane Mallarmé L'après-midi d'un faune (1876). En Mallarmé se inspiraron diversas obras poéticas, pictóricas (fig. 53) y musicales, como Prélude de L'après-midi d'un faune (1894) de Debussy; a partir del mencionado poema sinfónico, Vaslav Nijinsky creó una famosa coreografía expresionista para los Ballets rusos de Serguéi Diáguilev (1913). Picasso trató en varias ocasiones el tema, por ejemplo, en un dibujo donde Fauno toca la flauta a una ninfa vanguardista, que empuña una raqueta de tenis (fig. 54).

Rubén Darío, máximo representante del Modernismo hispanoamericano, expresó su  ideal estético, conciliando los imaginarios pagano y cristiano, en el poema titulado “El padre nuestro de Pan” (1919):

Pan nuestro que estás en la tierra
porque el universo se asombre
glorificado sea tu nombre
por todo lo que en él se encierra.
Vuélvanos tu reino de fiesta
en que tú aparezcas y cantes
con los tropeles de bacantes
maravillando la floresta.

Hunde, siempre violento y vivo
y por tus ímpetus agrestes
en el cielo cuernos celestes
y en la tierra patas de chivo
Danos ritmo, medida y pauta
al amor de tu melodía
y que haya, al amor de tu flauta
amor nuestro de cada día.

Naturaleza mixta de varón y de mujer: la belleza y la blandura de su cuerpo lo asemejaban a una mujer, pero tenía los atributos viriles y la fuerza de un varón. Otros, en cambio, consideran este tipo de naturaleza como un portento, y cuando excepcionalmente nace alguno, como presagio unas veces de bienes y otras, de males. (Traducción M. ALnganza Roldán).

De vez en cuando, al atardecer, se deja oír él solo al regreso de la montería, tocando suave música con su caramillo. No lo aventajaría en sus cantos el ave que, entre las frondas de la florida primavera, difunde su lamento y derrama su melifluo canto. Acompañandolo entonces las montaraces Ninfas de límpido canto, moviendo ágilmente sus pies sobre el venero de oscuras aguas, cantan.Y gime el eco en torno a la cima del monte.

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