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2.1. Ares-Marte, dios guerrero

 

Ares es el nombre griego del dios indoeuropeo de la guerra, que los etruscos llamaron Maris y los romanos, Marte (fig. 15). Se le representa como un joven vigoroso, con casco, espada, lanza y escudo (figs. 16-17); a partir de la Edad Media, suele ir acompañado  de perros o lobos, que, a veces, tiran de su carro (figs. 18-19). En el Panteón griego Ares encarna el furor bélico, una pasión contraria al cálculo estratégico patrocinado por Atenea. Se le asociaba con Tracia, la región del norte por donde entraban las borrascas y que, según los griegos, estaba poblada por semi bárbaros. Ovidio (Fastos 5. 250 ss.) cuenta que por allí llegó Juno, embarazada del dios gracias al roce de una flor (Unidad 3.2). Sin embargo, en la tradición helénica es hijo de Zeus y Hera. 

Ares tomó partido por los troyanos, causando la furia de su madre, que incita a Zeus para que envíe a Atenea a luchar contra él; ella lo vence valiéndose del héroe Diomedes, quien logra herirlo. Cuando de vuelta al Olimpo, Ares se queja a Zeus, éste le replica (Ilíada, 5. 890 ss.).

No es este el único combate donde el dios de la guerra resulta derrotado:  Oto y Efialtes, los gigantes Alóadas nacidos de Poseidón, lo tuvieron preso en una vasija de bronce hasta que Hermes lo liberó (Unidad 3.1). Y cuando se enfrentó con Heracles, para vengar la muerte de su hijo Cicno, su lanza fue desviada por Atenea; entonces, cuenta Hesíodo (Escudo, 425 ss.).

Heracles acabará, así mismo, con otros dos crueles hijos del dios - Diomedes y Licaón (Unidad 4.2)-, y luchará con las Amazonas que, según algunos, también eran sus hijas (Unidad 1.2; 4.2; 4.3). Con Aglauro, hija del ateniense Cécrope, tuvo a Alcipe, a quien intentó violar Halirrotio y, en contrapartida, Ares le dio  muerte. Poseidón, padre del muerto, lo acusó de homicidio, pero fue absuelto por los doce dioses, un mito que explica la fundación del tribunal del Aereópago (“la colina de Ares”), en la Acrópolis, donde se juzgaban los delitos de sangre.

El dios de la guerra apenas aparece en los mitos griegos más allá de lo comentado. En el ámbito de la religión, su culto solo fue importante en Tebas, como progenitor de la dragona de cuyos dientes brotaron los Espartos (Unidad 2.2). En el siglo V a.C. se erigió un templo de Ares en el ágora de Atenas, el cual fue mandado reconstruir por Augusto, donde se albergaba la estatua de Alcámenes, su imagen más famosa (fig. 20).

Por el contrario, Marte juega un importante papel en las leyendas sobre los orígenes de Roma. El dios se enamoró de Silvia, hija de Numitor, un descendiente de Eneas, que había consagrado su virginidad a Vesta, así que la sorprendió cuando dormía y la violó (fig. 21). Rea Silvia parió a Rómulo y Remo, que fueron abandonados en una cesta a orillas del río Tíber, donde los encontró y amamantó la loba Luperca, según la tradición más conocida (Ovidio, Fastos, 3.10; fig. 22), o por una prostituta (lupa), en la versión racionalizada de Tito Livio (1. 3-6). Al correr el tiempo, Rómulo dio muerte a su gemelo y fundó la ciudad de Roma.

¡No me vengas, veleidoso, a gimotear sentándote a mi lado! Eres para mí el más odioso de los dioses dueños del Olimpo, pues siempre te gustan la disputa, los combates y las luchas. Tienes el furor incontenible e irreprimible de tu madre, de Hera (…) No obstante, no toleraré que tengas dolores ya largo tiempo, pues de mí procede tu linaje y por obra mía te engendró tu madre. Mas si hubieras nacido de otro dios, siendo así de destructor, estarías hace tiempo en una sima más honda que los hijos de Urano.

Un agrio dolor se apoderó de Ares y desenvainando la aguda espada, se lanzó sobre el intrépido Heracles. Cuando le atacaba, el Anfitrioníada, insaciable de terrible lucha, le hirió violentamente en un muslo desguarnecido del artístico escudo. Abrió una enorme raja en su carne con la lanza, manejándola hábilmente, y le abatió en medio del suelo.

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