No todos los participantes en la guerra de Troya llegaron sanos y salvos a sus respectivas patrias: la mayor parte pereció durante el trayecto o nada más llegar a casa de forma trágica. Así, por ejemplo, el barco que portaba las reliquias de Pélope (cf. supra §6.2.6) naufragó cerca de la isla de Eubea, pues Nauplio, padre de Palamedes (cf. supra §6.2.3), vengó la injusta muerte de su hijo encendiendo un falso faro durante una tempestad. Los barcos griegos se estrellaron contra las rocas y, por diversos vaivenes del destino, los restos del héroe acabaron depositados en Olimpia, donde Pélope habría instaurado los Juego Olímpicos en honor de Zeus.
Trágicos fueron también los regresos para las cautivas troyanas, tema predilecto de la tragedia griega por todos los dilemas y planteamientos sobre la actitud hacia los vencidos. Andrómaca, la esposa de Héctor, partió con Neoptólemo a Tesalia, donde sufrió las insidias de Hermíone, la esposa legítima e infértil, argumento de la Andrómaca de Eurípides, quien también compuso una Hécuba, sobre la reina de Troya, asignada a Odiseo, que, antes de partir con él, venga la muerte de su hijo Polidoro a manos de Poliméstor, rey de Tracia y supuesto aliado, a quien se lo habían encomendado, sacándole los ojos con sus propios broches. Sin embargo, Hécuba no compartió el periplo de Odiseo, sino que se arrojó al mar y fue transformada en una perra. La suerte de las cautivas será argumento, también, de sendas Troyanas, una de Eurípides y otra de Séneca.
El más trágico de los regresos fue el de Agamenón, llevando consigo a Casandra (cf. supra §6.2.6). Durante su ausencia de Micenas, Clitemnestra, su esposa, había asumido el poder, mantenía relaciones con Egisto y se había deshecho de sus hijos: Orestes fue enviado lejos y Electra desposada con un labriego; solo Crisótemis permaneció en el palacio. Cuando retornó Agamenón, Clitemnestra lo mató a hachazos en la bañera y también asesinó a Casandra, la concubina, en venganza por la muerte de su hija Ifigenia (cf. supra §6.1.2), aunque según la Odisea, fue Egisto quien mató al rey y Clitemnestra a la concubina. Sea como sea, Electra maquina la venganza de la muerte paterna y en ese momento llega Orestes a Micenas. Tras el reconocimiento entre los hermanos se lleva a cabo el matricidio y Orestes es exiliado, enloquecido por las Erinis (Unidad 2.1), siendo finalmente liberado gracias a la intercesión de Atenea y purificado por Apolo (fig. 45). De todo ello se nutrió ampliamente la tragedia antigua, conservándose la trilogía Orestíada de Esquilo, dos versiones de Electra, una de Sófocles y otra de Eurípides, y también Séneca compuso un Agamenón. Pero el regreso más famoso de todos ellos es el de Odiseo, narrado con detalle en la Odisea, el libro de los libros.
La vuelta de Odiseo a Ítaca duró 10 años y en su periplo recorrió la geografía imaginaria del Mediterráneo antiguo poblado de monstruos y peligros de los que sale airoso gracias a su mêtis y a la ayuda de Atenea. El propio Odiseo relata su viaje cuando llega a la isla de los Feacios: de Troya a las costas de Tracia, enfrentándose a los Cicones, de allí a la isla de los Lotófagos, que se alimentaban solo de loto y hacía olvidar a quienes lo probaran. Después llegaron a la isla de los Cíclopes (distintos de los Cíclopes primigenios Unidad 2.1), donde son atrapados en la cueva de Polifemo, hijo de Poseidón (Unidad 3.1), y a punto estuvieron de ser devorados todos por el monstruo antropófago, pero Odiseo puso en juego su astucia: emborrachó al Cíclope, le dijo que se llamaba “Nadie”, le clavaron un madero en el ojo (fig. 46, 47, 48) y escaparon ocultos debajo de las reses (fig. 49). Polifemo pide a su padre que lo vengue y, desde entonces, Odiseo tiene en su contra a Poseidón.
Llegaron después a la isla de Éolo, señor de los vientos, que entregó a Odiseo un odre con los vientos, pero los compañeros, creyendo que era un tesoro, lo abrieron justo cuando llegaban ya a Ítaca, desatando una tempestad y volviendo a mar abierto. Arriban, pues, a la tierra de los antropófagos Lestrígones, donde pierde a la mayor parte de la tripulación, y de allí viajan a Eea, donde habita la maga Circe, uno de los episodios de la Odisea que mayor pervivencia ha tenido en la literatura occidental. Circe convierte en cerdos a los enviados por Odiseo (fig. 50, 51, 52), pero, cuando él va a buscarlos, avisado por Hermes, que le entrega la planta môly como antídoto, no solo no es transformado, sino que somete a la maga con su espada y esta devuelve la forma a sus compañeros. Odiseo se queda 1 año en la isla y engendra con Circe a Telégono, que volverá aparecer en versiones posteriores del ciclo.
Odiseo abandona a Circe, no sin antes haber sido instruido por ella sobre cómo regresar a Ítaca, y llega al país de los Cimerios, donde realiza la katábasis o descenso al Hades. Allí, tras degollar una res, desfilan ante él los espectros de los héroes caídos en Troya y el de su propia madre, fallecida en su ausencia. Recibidas las indicaciones pertinentes de parte del adivino Tiresias, continúa el viaje y llega hasta las Sirenas (Unidad 1.2), de las que sale airoso tapando los oídos de la tripulación con cera y amarrándose él al mástil, para deleitarse con su peligroso canto (fig. 53). Después, como los Argonautas (Unidad 5.1), sobrepasan las Rocas Errantes y llegan al estrecho en el que se encontraban, a un lado, la monstruosa Escila, al otro, el torbellino Caribdis (fig.54-55). Sobreviviendo a estos peligros, llega Odiseo con una tripulación ya muy mermada a Trinacria, la isla de Helio, donde mataron unas vacas consagradas al dios y fueron fulminados por Zeus cuando regresaban, de modo que Odiseo, ya solo, amarrado al mástil flotante del barco, pasa de nuevo sobre Caribdis: esta empieza a engullir agua y el héroe se agarra a una higuera que había en la orilla, de modo que, cuando vomita el mástil, lo alcanza y sobre él flota hasta Ogigia, la isla de Calipso, ninfa marina con la que permanece 7 años (fig. 56-57). Pero ya había llegado la hora de volver a la patria y los dioses anuncian a Calipso que lo debe dejar partir. Llega así Odiseo a la isla de los Feacios, punto de retorno al mundo real, donde es agasajado con numerosas honras y con todo lo necesario para volver a Ítaca.
Durante todo este tiempo, el reino de Odiseo había sido regentado por su padre Laertes y después por su esposa Penélope, pues Telémaco era todavía un niño. Sin embargo, ante la larga ausencia del rey, los nobles iniciaron la pretensión al reino y a la mano de Penélope, invadiendo el palacio y haciendo todo tipo de tropelías. La reina los mantenía engañados diciendo que elegiría a uno de ellos cuando terminara de tejer el sudario para Laertes, pero de noche descosía lo tejido y así los entretuvo durante años (fig. 58).
Llegó Odiseo a Ítaca, pero la diosa Atenea lo disfraza de mendigo, a fin de ir dándose a conocer poco a poco. Primero se encuentra con el porquero Eumeo, después con Telémaco, que regresaba de haber ido en busca de su padre. Odiseo se da a conocer y comienzan a tramar la venganza. Reconocido por su sirvienta Euriclea gracias a una cicatriz, se entera por ella de cómo están las cosas en el interior del palacio y cuántas sirvientas lo habrían traicionado. Se orquesta, pues, la manera en la que Odiseo va a eliminar a los pretendientes: Penélope, que había sido delatada por una esclava, elegirá a quien pueda tensar el arco de su esposo. Prueban los más fuertes, pero ninguno lo consigue, y Odiseo, todavía con aspecto de mendigo, participa en la competición, tensando su arco y matando a los pretendientes con la ayuda de Telémaco y unos pocos sirvientes fieles (fig. 59); las esclavas traidoras también son ajusticiadas en el patio del palacio. Odiseo se da a conocer a su esposa y le resume su accidentado periplo, concluyendo la Odisea con el descenso al Hades de las almas de los pretendientes. El héroe ha retornado a casa, pero ¿qué héroe? Léase el sugerente poema de Borges:
Ya la espada de hierro ha ejecutado la debida labor de la venganza;
ya los ásperos dardos y la lanza la sangre del perverso ha prodigado.
A despecho de un dios y de sus mares a su reino y su reina ha vuelto Ulises,
a despecho de un dios y de los grises vientos y del estrépito Ares.
Ya del amor del compartido lecho duerme la clara reina sobre el pecho
de su rey pero ¿dónde está aquel hombre que en los días y noches del desierto
erraba por el mundo como un perro y decía que Nadie era su nombre?
La muerte de Odiseo varía según las fuentes, pero la versión más rocambolesca aparecería en el poema perdido Telegonía: Telégono, hijo de Circe y Odiseo, partió en búsqueda de su padre y lo mató, sin saberlo, con una lanza que tenía espinas venenosas de raya. Cuando supo la verdad, se llevó a Penélope y a Telémaco a Eea y se produjo un doble casamiento: Penélope con Telégono, Circe con Telémaco.