Introducción
Las explicaciones en torno al origen y la razón del Universo, la Naturaleza y la Humanidad, presentes a lo largo de la historia en todas las civilizaciones y culturas, han sido múltiples y muy variadas. En efecto, existen numerosos mitos de carácter cosmogónico, esto es, relativos al origen o nacimiento del Universo, de tradición oral o plasmados en los textos sagrados de determinadas religiones; e igualmente numerosas han sido las especulaciones filosóficas y científicas no solo sobre la génesis del Universo, sino también sobre las leyes físicas que rigen su naturaleza y su funcionamiento.
La más antigua cosmogonía conocida es el Enuma Elish (1600-1900 a. C.), el poema asirio-babilonio de la creación que se conserva en siete tablillas cuneiformes halladas en la biblioteca del rey Asurbanipal, en Nínive. Comienza diciendo que, antes de que el cielo ni la tierra tuvieran nombre, existieron Apsu (el agua dulce) y Tiamut (el agua salada), el padre y la madre que los crearon y engendraron a los dioses en medio del cielo.
Con este relato tienen curiosos paralelos algunos mitos mesoamericanos, según los cuales, cuando todo estaba mezclado y confuso, se separaron el cielo y la tierra por obra de una pareja de dioses o bien de un dios dual, a la vez hombre y mujer. A estos entes primordiales, que a veces son invocados como “padre” y “madre” y otras, identificados con el sol y la luna, se atribuye la creación de los dioses y de los seres humanos.
Hacia el siglo VIII a. C. se escribió el Génesis de la Biblia judeocristiana. En el principio, dice, solo existía Jehová-Dios, el creador de los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión, la oscuridad reinaba por encima del abismo, y un viento procedente de Dios aleteaba por encima de las aguas. Luego, Jehová empleó seis días en su labor creadora, ordenando, sucesivamente, que se hiciesen la luz, que se formasen el cielo, las aguas y la tierra, que alumbrasen los astros, el nacimiento de los animales y, finalmente, el hombre.
A diferencia de la tradición judaica, en la antigua Grecia coexistieron distintas explicaciones mitológicas y filosóficas sobre los orígenes, ninguna de las cuales se consideró ortodoxa ni más verdadera que las demás, debido al carácter antidogmático de su religión. Pese a ello, los distintos relatos cosmogónicos griegos reflejan una misma estructura mental y comparten no solo personajes y episodios, sino también estructuras discursivas.