Tras vencer a los Titanes, Zeus tuvo que hacer frente a otros peligrosos adversarios: los Gigantes. Gea estaba irritada por el duro castigo que sufrían sus hijos prisioneros en el Tártaro, así que movilizó contra Zeus a estos seres monstruosos, concebidos por sí sola o bien fecundada por la sangre de Urano. En el bando de Zeus combatieron no solo sus hermanos y sus hijos, sino también numerosas divinidades de los linajes preolímpicos. Cuenta Apolodoro (Biblioteca 1.6.1):
Los Gigantes eran insuperables e invencibles por su fuerza, mostraban temible aspecto, con espesa pelambre pendiente de la cabeza y el mentón, y escamas de dragón como pies (…) Arrojaban al cielo encinas encendidas y piedras (…) A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado.
El mortal a quien se refería el oráculo, resultó ser Heracles, el último y más poderoso de los héroes que Zeus tuvo con mujeres mortales (Unidad 4.2). Él fue el encargado de rematar con sus flechas a los Gigantes heridos por los dioses: primero, acabó con Alcioneo, el antagonista de Atenea, más tarde, con Porfirión, a quien hirió el rayo de Zeus por haber intentado violar a Hera, y luego, sucesivamente con los demás Gigantes conforme éstos eran abatidos por los dioses.