El mercado de los videojuegos es tan amplio como diverso, por eso es vital definir de antemano a qué público queremos dirigirnos. De una manera genérica podemos plantearnos quién va a jugar a nuestro juego, o quién queremos que lo haga, por qué jugaría a este juego y cómo jugaría. Se podrán hacer distinciones a nivel geográfico, que llevarán a definir el idioma de nuestro proyecto, así como la edad, la posición social o sus intereses.
A nivel jugabilidad, también nos servirá para plantearnos en qué plataforma queremos que esté nuestro juego, ya que las posibilidades difieren entre PC, consola o dispositivo móvil, tanto a nivel usuario como a nivel creador.
Para facilitar estas decisiones se puede realizar un ejercicio comparativo entre dos juegos bien diferenciados, por ejemplo, Candy Crush Saga y Fortnite. Plantear quién juega a estos juegos y qué características tienen en común nos servirá para elegir un público al que dirigirnos a grandes rasgos.
De una forma más profunda y detallada podemos crear un buyer persona, término creado por el informático Alan Cooper, y que en el campo del Marketing se utiliza para describir al usuario ideal. En el campo de los videojuegos nos ayuda a definir quién es nuestro jugadora o jugador potencial, cuál es su edad, de qué región es, pero también tendremos datos sobre su comportamiento, qué hábitos de compra tiene, si es alguien que compra con mucha premeditación o, por el contrario, lo hace de manera compulsiva, cuáles son sus canales de comunicación preferidos, sus motivaciones y expectativas con lo que ofrecemos y, finalmente, sabremos qué problemas o necesidades pretende resolver con nuestro juego.