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2.2. Los Misterios de Eleusis

 

El Himno homérico  se cierra con  la promesa de felicidad y un destino para los iniciados en los ritos de Deméter pues conseguirán un destino mejor en la ultratumba. Los Misterios de Eleusis estaban abiertos a cualquier hombre o mujer de lengua griega y que no hubiese cometido sacrilegio ni asesinato. Se desarrollaban siguiendo un complejo ceremonial que estaba prohibido revelar a los no iniciados, secreto que fue celosamente respetado por los antiguos. De hecho, los historiadores de la religión se han basado en el Himno homérico a Deméter para reconstruir las sucesivas fases del ritual.

Los Grandes Misterios de Eleusis se desarrollaban durante diez días, al final de los cuales, los iniciados entraban en el santuario y rompían su ayuno bebiendo el agua de cebada; a continuación, los sacerdotes mostraban unas cestas, cuyo contenido se ha relacionado con los símbolos de fecundidad que aparecen en relieves culturales de las Dos Diosas (fig. 30) y de Hades con Perséfone (fig. 31). Luego, se escenificaban las peripecias del rapto, así como la hierogamia de Deméter y Zeus; finalmente, en una atmósfera de terror y alegría, el sacerdote eleusino mostraba objetos sagrados que habían permanecido velados durante la ceremonia y los fieles abandonaban el templo convertidos en “hombres que han visto”: al parecer, comprendían que la tierra no era sólo la sede de los muertos, sino también el vientre donde germinaban las semillas de la vida, y perdían el miedo a la muerte, considerándola una forma de plenitud. Según los antiguos, el iniciado en los Misterios adquiría una nueva condición social y religiosa, que conllevaba obligaciones de índole moral, pero también prestigio entre sus conciudadanos.

En el periodo clásico, Dioniso, en su advocación de Yaco (Iacchos), se incorporó a los cultos de Eleusis, asociación favorecida no sólo por los mitos órficos, donde se le consideraba hijo de Perséfone y Zeus, sino también por su popularidad como dios del vino y la fertilidad (Unidad 3.3; fig. 32). En época romana, los Misterios de Eleusis languidecieron, arrinconados por la difusión de otros cultos mistéricos: los dionisíacos genuinos, los de Atis y Cibeles, y los de Mitra. El santuario fue destruido por las huestes de Alarico en el año 394 de nuestra era.

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