Pero, sin duda, el amante mortal más famoso de Afrodita fue Adonis, fruto del incesto de Mirra (o Esmirna) con su padre, Cíniras (o Tías) rey de Chipre ( o Asiria). Mirra yació con él durante doce noches, al abrigo de la oscuridad, y quedó embarazada. Cuando Cíniras lo descubrió, la persiguió para matarla, pero los dioses se apiadaron y la convirtieron en el árbol de la mirra. Al término de la gestación, Mirra, aquejada de agudos dolores, suplicó el auxilio de Lucina y, entonces, cuenta Ovidio (Metamorfosis, 10):
el árbol produce unas ranuras y una vez herida la corteza, suelta una carga viva y da un vagido un niño, a quien las Náyades, colocado sobre la blanda hierba, ungieron con lágrimas de su madre. Incluso la Envidia habría alabado su belleza: pues, como se pintan en un cuadro los cuerpos de los desnudos Amores, así era.
Afrodita confió Adonis a Perséfone, pero luego esta se negó a devolverlo; Zeus medió en la disputa dictaminando que pasara un tercio al año con cada una de las diosas y el restante, a su gusto. El niño eligió pasar el tiempo de libre disposición con Afrodita, quien se enamoró de él. Adonis era muy aficionado a la caza, lo que causó su perdición: lo mató un jabalí enviado por Ártemis, o bien por Ares, que estaba celoso (fig. 63).
El mito de Adonis se ha relacionado con el ciclo vegetativo y con rituales de fecundidad, como las Adonias, fiestas femeninas que se celebraban en verano. Las mujeres plantaban en tiestos semillas que colocaban en los tejados, donde germinaban pero el calor las secaba; estos efímeros “jardines” se arrojaban al mar o a un río, y entonces, las mujeres se reunían a beber y a cantar los gozos y las desdichas de la diosa y su bello amante. Bión de Esmirna (II a.C.) recreó la muerte y metamorfosis del jovencito en su Canto fúnebre por Adonis, al que pertenece este fragmento (7 ss.; 65 ss.).
Las versiones helenísticas inspiraron el extenso relato de Ovidio (Metamorfosis, 10, 297 ss.), el cual, a su vez, ha sido la principal fuente de la Tradición Occidental. Del autor latino dependen, entre otros, los poemas de Hurtado de Mendoza (1533), Shakespeare (1593), Marino (1623) y Soto de Rojas (1652), las comedias mitológicas de Lope de Vega (1604), Tirso de Molina (1635) y Calderón (1660), y las óperas musicadas por Monteverdi (1639) y José de Nebra (1729).
La lista de tratamientos pictóricos es muy amplia; por ejemplo: Luini (1510) y Franceschini (ca. 1685, fig. 64) reflejaron el nacimiento de Adonis, Tiziano (1533; 1554, fig. 65) y Veronese (1560; 1580), sus amores con la diosa, y Sebastiano del Piombo (1512), Rosso Fiorentino (1534), Rubens (1601; 1614), Poussin (ca. 1627) y Ribera (1637, fig. 66), su trágico final.
Yace el hermoso Adonis en las montañas, herido por un colmillo el muslo, blanco muslo por blanco colmillo, y su tenue expirar a Cipris acongoja. Mana la sangre obscura por su carne de nieve, bajo las cejas se le enturbian los ojos, la rosa desaparece de sus labios, y en torno a ellos muere también el beso que Cipris nunca se llevará (…) Tanta lágrima vierte la diosa de Pafos, cuanta sangre vierte Adonis, y las dos se tornan flores en el suelo: de la sangre nace la rosa, de las lágrimas la anémona.