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1.1. La esposa legítima de Zeus

 

HERA.-  Desde que raptaste al mozalbete ese, Zeus, al frigio, y lo trajiste del Ida me haces menos caso.  ZEUS.- ¿También estás celosa de este muchacho tan sencillo y tan inocuo? Yo creía que sólo te enfadabas con las mujeres que tienen relaciones conmigo.  HERA.- Ni está bien lo que haces, ni es propio de ti que, siendo dueño y señor de todos los dioses, me abandones a mí, tu legítima esposa, y bajes a la tierra a cometer adulterios convertido en oro, en sátiro o en toro. Sólo que mientras que aquéllas se te quedan en tierra, el muchachito este del Ida al que raptaste y trajiste volando, tú la más noble de las águilas, vive aquí con nosotros, posado sobre mi cabeza, en teoría como “escanciador”(…)  ZEUS.-  Tú misma te atormentas, Hera, y con tus celos no consigues otra cosa que acrecentar mi pasión. Y si te cabrea recibir la bebida de un mozo tan guapo, que te la escancie tu hijo.

La imagen de Hera está sentada en un trono, es de gran tamaño, de oro y marfil y obra de Policleto; encima tiene una corona con las Cárites y las Horas labradas, y en una mano lleva una granada y en la otra un cetro (…) En cuanto al cuco que está sentado en el cetro, lo explican diciendo que Zeus, estando enamorado de Hera cuando era virgen, se transformó en este pájaro, y que ella lo cazó como un juguete.

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