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1.1. Novela, ilustración y libros de artista

 

El punto de partida de este recorrido será la relación más antigua que el género contemporáneo de la novela establece con la imagen: la ilustración de textos. Esta ha estado presente desde tiempo inmemorial, pasando por la iluminación de manuscritos en occidente, las xilografías de la China medieval, las ilustraciones de los incunables o los posteriores grabados, así como mediante diferentes tradiciones y técnicas que han ido surgiendo y evolucionando en numerosas culturas por todo el mundo con el paso de los siglos.


Fuente: Página del Bestiario de Aberdeen
https://commons.wikimedia.org/wiki/Aberdeen_Bestiary#/media/File:AberdeenBestiaryFolio008rTiger.jpg

Estas técnicas de realización e impresión de las ilustraciones fueron mejorando y su producción se fue abaratando durante los siglos XVIII y XIX, especialmente con la Revolución Industrial (Le Men, 1994: 94). Esto hizo que la ilustración de textos se convirtiera en un fenómeno mucho más extendido y de mayor alcance, por lo que en occidente comenzó a ser popular tanto la ilustración de novelas como de libros para niños (Cachin, 2020: 294). Esto a su vez tuvo una gran influencia en el concepto de libro ilustrado que aún mantenemos en el presente, pues la ilustración tradicional de novelas ha quedado muy vinculada al género de la novela infantil y juvenil.

De hecho, es así como se entiende y se trabaja hoy la adquisición del hábito lector, ya que desde este periodo (siglo XIX) las imágenes se consideraban parte del proceso general de aprendizaje (Le Men, 1994: 101). De este modo se promueve la iniciación a la lectura a través de libros infantiles ilustrados, ya que los niños primero dominan lo visual por semejanza con su mundo, y adquieren poco a poco la transición al modelo abstracto del lenguaje. Sin embargo, esta idea limitante del género novela como aquel texto sin imágenes, está cambiando, y son modelos emergentes aquellos que combinan las técnicas narrativas de la novela con otros medios visuales, como sucede en el caso de la novela gráfica, que trataremos más adelante.

Fuente: Ilustración original de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll, con ilustraciones de John Tenniel
https://historia-arte.com/obras/alicia-en-el-pais-de-las-maravillas https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Muy vinculado a este concepto de novela ilustrada, se encuentra el álbum ilustrado, que se caracteriza por lo general por narrar historias más cortas, cuentos o novelas breves, principalmente infantiles y juveniles. Según Villar Arellano, el álbum ilustrado es un tipo de libro en el que la imagen tiene una mayor relevancia y permite al lector “una interpretación narrativa que va más allá de las palabras”, y por ello, aunque mayoritariamente esté dirigido a un público infantil “su enorme capacidad expresiva permite afrontar todo tipo de temáticas para los más diversos lectores” (Arellano, 2008: 2). 

No obstante, este tipo de álbumes ilustrados corresponde a una modalidad de lo que podría denominarse como libro objeto. Este libro objeto, también denominado libro-arte o libro de artista, hace referencia a libros creados con diversos materiales que, con tendencia a desplegarse o a modificar la perspectiva sencilla de la página, rompen la estructura de los libros tradicionales para crear una obra de arte que permite vincular una serie de ideas conectadas. Esto último es precisamente lo que permite “leer” el libro objeto, y que no se confunda con otro tipo de manifestaciones artísticas, como una escultura, por ejemplo (Crespo, 2011: 2). 

Fuente: "La boîte verte" (La caja verde) de Marcel Duchamp (1934), considerada como el primer libro del artista.
https://es.wikipedia.org/wiki/Libro-arte#/media/Archivo:Caja_verde_de_Marcel_Duchamp.jpg

Estos libros objeto han derivado también en una modalidad más reciente, conocida como novela de artista. Este nuevo formato o género engloba aquellas novelas que son empleadas como medios artísticos y de forma experimental por parte de sus creadores (Maroto, 2017: 168, 169). Un ejemplo destacado sería Mime Radio (2015) de Benjamin Seror.

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