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2. Historia

En sus inicios, el desarrollo de videojuegos era una tarea artesanal, en la que pequeños grupos de personas, con frecuencia uno o dos integrantes, asumían todo tipo de tareas, desde el diseño del juego hasta la venta del producto final, pasando por la creación de sprites, programación o marketing. Por supuesto, se trataba de proyectos de poca envergadura que podían ser finalizados tras unos pocos meses de trabajo y sin mucha financiación.

Estos primeros juegos eran muy modestos. La falta de recursos económicos y tecnológicos daba lugar a videojuegos poco pretenciosos, con gráficos sencillos, historias cortas (si es que las había) y música repetitiva. No obstante, eran los inicios de una nueva industria en la que todo estaba por hacer y en la que casi cualquier juego era el primero de su clase. Una nueva generación descubre su pasión por los videojuegos, hasta el punto de que su popularidad fuese la causante de algún que otro problema, como pasó con el prototipo de Pong y su monedero lleno (Kent, 2016). En esos primeros días de los videojuegos, el panorama del desarrollo era notablemente diferente al que conocemos hoy. La industria estaba en sus etapas iniciales, y el enfoque utilizado por los desarrolladores era rudimentario en comparación con los estándares modernos.