Saltar la navegación

1. La Comunicación: Aproximación a una comunicación sensata

 

Quien se acerca por primera vez a esto que llamamos “Comunicación”, una de las patas fundamentales de cualquier empresa o entidad pública o privada (algo lógico, recordemos que cualquier entidad está formada por personas, pensada para servir a personas y las personas son… “monos que se comunican”), se verá saturado por una horda de términos en inglés, henchidos de postureo y engolados hasta niveles que nos deberían hacer ruborizar. Palabras como “Teaser”, “Brand manager”, “Growth hacking”, “Networking”, “Engagement” o “Storytelling” se han ido implantando como sinónimo de comunicación en el siglo XXI y como argumento de peso para que la factura que te hacen llegar acto seguido haya engordado lo suficiente como para abastecer a tanto término internacional, supuesta garantía de calidad e impacto. 

Pero es necesario hacer aquí un llamamiento al orden. Las técnicas de comunicación más punteras para la empresa, con nombres en inglés más rimbombantes, no son más que una adaptación de lo que llevamos haciendo de manera, mitad instintiva, mitad aprendida desde niños. Una campaña “Teaser” es cuando generamos expectación para que nuestro público tenga muchas ganas de conocer nuestro producto, contándole sólo alguna parte jugosa del mismo, o lo que es lo mismo, cuando le escribimos a un amigo un Whatsapp que dice “No te lo vas a creer, Sandra lo ha hecho. No puedo decirte más. Esta tarde, a las 6, en mi casa” y haces que tu amigo esté en la puerta a las 5 y media. Nos convertimos en puro “Growth hacking” cuando acudes a una cita con la persona que te gusta con una chaqueta de seda de tu primo y con un Mercedes reluciente alquilado, para dar una imagen poderosa, de caché y solvencia que a efectos prácticos no tienes, pero que puede ayudarte a pasar el primer cribado. Estamos haciendo “Networking” cuando, siendo tú fontanero, le dices a tu primo que es albañil que piense en ti si alguien pregunta en la obra por la instalación de los grifos, y que tú lo llamarás a él si hay que enlucir un baño después de arreglar un bajante. Así de sencillo.

En resumen, estamos haciendo comunicación de manera permanente, conocemos muchas técnicas aunque no tengamos ni idea de sus nombres aparatosos, sólo tenemos que ser conscientes de ello, entender su importancia y evitar algo clave: hacerlo al tuntún. Sin estrategia, sin saber qué tenemos y qué queremos conseguir las probabilidades de éxito quedan en manos del azar. Y eso de que sea el azar quien orqueste nuestra relación con el mundo, con el resto de “humanos comunicantes”, es claramente una idea suicida.

Creado con eXeLearning (Ventana nueva)