Del tercer Crónida varón se desconoce su nombre, pues Hades es el nombre de los infiernos y aplicado a su soberano no es más que un epíteto, “el invisible”, lo mismo que Plutón, “el rico”, pues los nombres de las potencias infernales no deben pronunciarse. Hades, que recibió el mundo subterráneo en el reparto cosmogónico y los dominios de la muerte, aparece muy raras veces representado en el arte antiguo, generalmente adulto, a veces con el pelo cano, sosteniendo la cornucopia o cuerno de la abundancia, símbolo de las riquezas de la tierra (fig. 80), portando un yelmo mágico que lo hacía invisible y en compañía de Cerbero, el perro de tres cabezas guardián de sus dominios (fig. 81). Su presencia en el mito está limitada a episodios que tienen lugar en el Inframundo, a excepción del célebre rapto de su esposa.
Estando Perséfone, hija de Deméter y de Zeus, cogiendo flores con unas ninfas en un prado florido, se abrió la tierra y surgió Hades en su carro y la raptó (fig. 82-83-84 ). La diosa Deméter buscó a su hija por toda la tierra hasta que Helio o la ninfa Aretusa le reveló que había sido raptada por Hades. Entonces pide a Zeus que interceda, pero un dios no puede deshacer los designios de otro y la diosa, entristecida, vaga por la tierra con atuendo de vieja y es acogida por el rey Céleo de Eleusis (Unidad 3.2). Entretanto, la tierra deja de producir y Zeus interviene para salvar a la Humanidad de la escasez tan prolongada y consigue que Hades devuelva a Perséfone.
Tradicionalmente la historia del rapto de Perséfone se ha tratado desde un punto de vista romántico, siendo Hades el raptor tirano y ella la pobre doncella raptada, pero hay relatos y anécdotas que presentan a Perséfone como una orgullosa soberana de los infiernos, tal y como aparece representada desde antiguo (fig. 85), y muy celosa de su esposo: una ninfa infernal de nombre Minta, enamorada de Hades, se creía superior a Perséfone y amenazaba incluso con sustituirla, de modo que, según una versión, Deméter la pisó y de sus restos surgió la planta de la menta, pero, según otra versión, fue despedazada con rabia por Perséfone y Hades efectuó la metamorfosis en planta.
Otro mito en el que participa directamente Hades es en el de Sísifo. Este había revelado al dios-río Asopo que Zeus era el raptor de su hija Egina (Unidad 2.2), de modo que Zeus envía a Tánato para que lo mate, pero Sísifo lo coge desprevenido y lo encadena, de modo que no se producen muertes desde entonces. Ares libera a Tánato y Sísifo muere, pero antes de partir ordena a su esposa que no cumpla con las honras fúnebres. Cuando llega al Infierno, Hades se percata de que no está siendo honrado y le permite volver al mundo de los vivos para reprender a su esposa, de modo que Sísifo se escapa y no vuelve al Hades. Finalmente, a avanzada edad es de nuevo conducido al Infierno y, para que no escape, se le impone una condena eterna: empujar o cargar hasta lo alto de una colina una enorme roca que vuelve a rodar ladera abajo y así hasta el fin de los tiempos (fig. 86-87-88), siendo Sísifo tomado por el existencialismo de A. Camus (1942) como ejemplo de lo absurdo de determinados comportamientos humanos.