Introducción
La identificación del objeto se plantea como la premisa de cualquier estudio académico y científico. Sin embargo, la definición del término “mito” no está exenta de dificultades: de hecho, la literatura crítica no ofrece una solución única ni unánimemente admitida, sino que coexisten diversas acepciones dependiendo de los presupuestos teórico-metodológicos con que se ha abordado el tema en distintos campos del saber: la Filosofía, la Psicología, la Antropología, los Estudios Clásicos y de Literatura Comparada, o las Historias del Arte y las Religiones.
El “Mito” parece constituir una categoría inaprensible, una especie de “cajón de sastre” donde se mezclan interpretaciones filosóficas y eruditas, con los usos coloquiales. Como vía de solución, Geoffrey S. Kirk (1984) propuso dejar de hablar de “Mito” y “Mitología” con mayúsculas para ocuparse de un mito, de los mitos y de las mitologías con minúscula. En efecto, las teorías que pretenden dar soluciones universales, yerran al considerar el “Mito” como una substancia, una categoría cerrada y con las mismas características en todas las culturas.