Como se comentó en la unidad didáctica anterior, los agentes (en especial el oleaje) se transforman desde la zona de generación hasta la costa. Así, por ejemplo, un oleaje generado en el centro de una borrasca que se encuentre en el Mar de Alborán, sufrirá modificaciones hasta que alcance las costas del Mediterráneo Andaluz. Para el estudio de la dinámica costera, resulta esencial saber cuáles son las características de los agentes una vez que inciden sobre la costa.
Bajo ciertas hipótesis y en entornos idealizados, esta propagación se puede aproximar mediante formulaciones analíticas. Sin embargo, en la realidad, dada la complejidad de la batimetría y las combinaciones de los agentes, es necesario usar modelos numéricos avanzados (por ejemplo, para la propagación del oleaje, se puede usar el modelo de libre distribución SWAN).
Para la adecuada configuración e implementación del modelo resulta fundamental disponer de datos batimétricos y topográficos, que permiten incluir adecuadamente el terreno y posteriormente definir las mallas de cálculo. En la actualidad se suele disponer de esta información, si bien con frecuencia procede de distintas bases de datos, por lo que es relevante analizar los sistemas de referencia y, en su caso, realizar las conversiones pertinentes.
Para la simulación numérica de la propagación de los agentes sobre la zona de estudio, es necesario definir las mallas, que se componen de nodos en los cuales se van calculando los parámetros del agente que se está propagando, y que tienen un determinado espaciado característico que puede ser variable. Así, para el modelo SWAN se define normalmente una primera malla exterior, que engloba desde profundidades indefinidas hasta las proximidades de la zona de estudio, y donde la resolución no es elevada, ya que no se necesita disponer de información de detalle. Posteriormente, sobre la zona de estudio se suele definir una malla con mayor detalle (más resolución) donde se extraen los datos necesarios para el estudio específico del tramo. Así, estos modelos avanzados permiten obtener información relevante cerca de la costa, por ejemplo: características del oleaje, corriente longitudinal, sobreelevaciones de nivel sobre la costa, esfuerzos sobre el lecho marino y sistema circulatorio generado.
La correcta implementación de la información batimétrica y topográfica, así como la configuración de las mallas, resulta esencial para la bondad de los resultados. Una vez que se ha concluido esta fase, es conveniente calibrar y validar el modelo. En esencia, los modelos de propagación de agentes, y en concreto los de oleaje, dependen de numerosos parámetros que tienen que ser definidos por el usuario, y que dependen de la zona de estudio. Así, parámetros característicos como los relacionados con la tipología del fondo marino (p.ej. fricción de fondo) deben ser introducidos de la forma más precisa posible con objetivo de garantizar la mayor fiabilidad de los resultados. Para ello resulta imprescindible disponer de datos medidos en la zona de estudio, de forma que los parámetros del modelo se van ajustando hasta que se reproducen las medidas con la mayor precisión posible, momento en el cual se concluye que el modelo está calibrado. Dependiendo de la complejidad del terreno, y de la calidad y cantidad de las medidas, la calibración se puede concluir con una mayor o menor precisión. En los casos que no se dispone de datos, es necesario tener presente que, si bien los datos proporcionados por el modelo pueden ser bastante aproximados, pueden alejarse de la realidad.
Finalmente, con la calibración realizada, se puede simular un periodo de tiempo del que se disponga de medidas, validando así el proceso y concluyendo la implementación del modelo. Tras ello, comienza el proceso de simulación de las condiciones climáticas que se deseen estudiar, teniendo en cuenta lo que se expondrá en los siguientes apartados. En general, por una parte, es habitual propagar el régimen medio de oleaje hasta la zona de estudio, de forma que las rosas de oleaje que se mencionaron anteriormente y que se habían obtenido en profundidades indefinidas, se pueden ahora reconstruir en la costa; por otro parte, suele ser frecuente también propagar algunos temporales característicos para conocer así la dinámica litoral asociada a ellos. Los resultados se pueden obtener en distintos formatos, siendo habitual la representación gráfica en forma de mapas de colores que muestren con claridad las zonas de concentración y disipación de la energía.