A continuación, se van a introducir algunos aspectos relativos a las principales estructuras que se emplean para la protección de la parte alta del perfil.
Las estructuras de protección frente a inundaciones son estructuras situadas cerca de la línea de costa cuya función es prevenir frente a inundaciones. Suelen proteger áreas situadas a cotas bajas y están constituidas por materiales finos como arena y arcilla. La pendiente que da hacia el mar es baja para reducir los efectos del ascenso y descenso de la lámina de agua por el talud y del impacto del oleaje. Según las condiciones geométricas particulares, así como los materiales y los agentes a que pueda verse sometido, puede ser necesario realizar algún armado o protección adicional. Finalmente, conviene destacar que se suelen ubicar en zonas donde el contenido energético del oleaje es bajo o moderado, siendo necesario recurrir a otras tipologías y materiales en entornos más energéticos.
Los revestimientos son estructuras situadas igualmente cerca de la línea de costa cuya función principal es prevenir y reducir el efecto del rebase y las inundaciones en el trasdós de dicha estructura. Suelen ubicarse paralelos a la línea de costa y refuerzan una parte del perfil. Con frecuencia se usan para proteger carreteras, casas, paseos marítimos y otros elementos. Su tipología puede ser muy variada, desde estructuras de hormigón verticales hasta estructuras inclinadas de escollera o piezas de hormigón. Uno de los principales problemas asociados a estas estructuras es que mientras que la posición media de la línea de costa se ve protegida, el pie de la estructura suele sufrir erosiones debido a la presencia de esta, que incrementa el efecto del oleaje (reflexión). Por eso, este tipo de estructuras se combinan con otros elementos de protección que protejan el pie de la estructura, así como el comportamiento general de la playa.
Finalmente, los paseos marítimos protegen la zona seca o interior impidiendo el ataque de las olas (en numerosos casos, los pasos marítimos cumplen también la finalidad de proporcionar servicio a los usuarios, disponiendo así de una zona para el desarrollo de actividades lúdicas). Se suelen usar cuando hay que proteger bienes sobre los que no son permisibles ningún tipo de daño, como inmuebles o carreteras. Suelen ser verticales, y se suelen construir con hormigón o mediante tablestacas. Algunos, en vez de formas completamente verticales, tienen en su cabecera formas curvas que lo que hacen es reflejar el oleaje incidente para que no se produzca rebase. Los paseos marítimos y los muros de protección, dado que tiene formas más verticales, requieren de cimentaciones profundas que garanticen su estabilidad. Según las condiciones puede incluso ser necesario llegar a anclar la estructura a tierra. Finalmente, la parte alta del muro o paseo se suele terminar con un pequeño espaldón. La elevación del espaldón y la profundidad de la cimentación del muro son los dos parámetros básicos que van a garantizar la estabilidad de la estructura en condiciones de tormenta. Si la estructura es demasiado baja, habrá demasiado rebase bajo condiciones de tormenta, lo que puede dañar la parte del trasdós de la estructura, así como perjudicar sus condiciones de operatividad (por ejemplo, dejará de ser apta para el paseo y otras actividades lúdicas, etc.). Si la profundidad de la cimentación no es la suficiente, puede debilitarse la estructura y fallar por erosión. Si el material a espaldas de la estructura es sedimento, en caso de que el rebase sea excesivo el terreno se puede saturar, incrementando las presiones sobre la estructura y facilitando el fallo. Así pues, es necesario diseñar algunos drenes superficiales que retornen el agua que rebase al mar. A veces, para garantizar la seguridad de la estructura, se disponen protecciones con escollera en la base de ésta, con objeto de incrementar la estabilidad. Además de todo lo expuesto anteriormente, conviene mencionar que en el caso de muros verticales se suelen producir un importante rebase en condiciones energéticas extremas, lo que implica que una gran cantidad inunde la estructura y se puedan acelerar así procesos de corrosión.