En la década de los 80 diferentes estudios (p.ej. Reeve et al. 2012) mostraban que aproximadamente el 70% de las costas arenosas del mundo estaban en erosión; del resto, menos del 10% mostraban un claro avance, mientras que el 20%-25% restante se indicaba que se encontraban aproximadamente estables. Esta tendencia a la erosión mayoritaria no ha hecho sino incrementarse durante las últimas décadas. Así, recientemente, un análisis de los datos de la línea de costa obtenidos por satélite para el período 1984-2016 mostró que el 24% de las playas arenosas del mundo se están erosionando a tasas superiores a 0,5 metros al año.
Aunque el retroceso de la línea de costa en una escala de tiempo geológica está indudablemente relacionado con el aumento del nivel del mar, se asume de forma más o menos generalizada que incluso los cambios relativamente pequeños del nivel del mar del último siglo están impulsando esta tendencia mundial de retroceso de la costa.
En la actualidad el planeta se encuentra en una fase de calentamiento global, entre cuyos efectos destaca el progresivo ascenso del nivel del mar. La contribución del hombre mediante la contaminación (cambio climático) no hace sino intensificar y acelerar este calentamiento. Si bien las proyecciones actuales aún tienen una gran incertidumbre, es altamente probable que para finales del presente siglo XXI el nivel del mar se encuentre aproximadamente un metro por encima del actual. Además, los últimos estudios científicos muestran que se están incrementando los eventos extremos en distintas zonas del globo, tanto en frecuencia como en intensidad, alterando así los patrones de comportamiento que hasta ahora se tenían bien caracterizados.
Todo ello conducirá, irremediablemente, a que se intensifiquen tanto los procesos erosivos como las inundaciones de tramos costeros, siendo estas las dos principales consecuencias que tendrá el cambio climático sobre la costa. Es importante resaltar que se trata de un problema global, mundial, que afectará a todos los países con costa, aunque de manera desigual según sus condicionantes específicos.
Las previsiones de los científicos indican, por ejemplo, que para el año 2100 más de cuatro millones de personas en Estados Unidos que ahora mismo están protegidas, pasarán a estar en riesgo de inundación; en Europa, se estima que cinco millones de habitantes sufrirán cada año inundaciones extremas que actualmente se producirían una vez cada cien años. Además, el previsible incremento en la intensidad y frecuencia de presentación de los temporales acelerará la erosión y pérdida de hábitats y ecosistemas costeros.
Los distintos países con más tramos de costa y que prevén mayores daños comienzan a exponer que será imposible proteger toda su extensión de costa por falta de recursos. Por ejemplo, España, que cuenta con aproximadamente 8.000 km de costa, tendrá que priorizar las zonas a proteger y trabajar en el desarrollo de nuevas estrategias y medidas de adaptación y mitigación.
Es probable que el ritmo de la subida del nivel del mar aumente durante el siglo XXI, aunque existe una considerable controversia sobre la magnitud del aumento. Las últimas proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indican un aumento del nivel del mar que oscila entre 0,28 metros y 1,02 metros para el año 2100 en relación con la media de 1995-2014 (IPCC, 2021). Cualquier aumento futuro del nivel medio del mar provocará el retroceso de las costas no protegidas. Los países de baja altitud que carecen de recursos para una amplia defensa costera son los más vulnerables a este peligro.