Lo cierto es que la historia de los medios de comunicación está ligada, inexorablemente y desde el origen mismo del Periodismo, a todo tipo de crisis: propias y ajenas y condicionadas en todos los casos por la evolución de la tecnología como principal punto de inflexión y de disrupción.
Ahora es ChatGPT, ese bot del que todo el mundo habla y que hemos ido descubriendo y diseccionando a lo largo de esta unidad, el ‘penúltimo invento’ que ha caído como un meteorito en el tablero de los medios. Pero la historia no es nueva.
- Primero fueron los periódicos los que se enfrentaron a la irrupción de la radio: ¿para qué escribir las noticias en un formato tan poco sostenible como el papel si ya nos las contaban con solo encender el transistor?
- Luego sería la televisión el invento que iba a acabar con los diarios y con el audio: ¿para qué limitarnos a escuchar cuando podíamos verlo todo como si fuéramos testigos de la actualidad?
- Y ya, en este convulso siglo XXI, estamos asistiendo a la revolución acelerada e intensa con que el Mundo Digital ha puesto boca abajo nuestras vidas. En nuestro quehacer más cotidiano y en una esfera tan estratégica en nuestras democracias como es nuestra relación con los medios de comunicación.
A lo largo del curso hemos ido viajando de la ficción a la no ficción a través de formatos innovadores y de desarrollos sorprendentes que han ido basculando del código escrito de los medios impresos al interactivo, inmersivo y transmedia de internet, las redes sociales y las pujantes plataformas audiovisuales.
No olvidemos que estamos en la era de las pantallas y en la era del smartphone. Hace unas décadas eran los ciudadanos los que buscaban las noticias (¡todavía hay hasta quien acude a diario a un quiosco a comprar un periódico!) pero ahora son ellas, de forma mayoritaria entre las nuevas generaciones, las que se cuelan en nuestros bolsillos y nos asaltan desde el móvil.
Los algoritmos mandan; nos orientan y nos aconsejan; nos ayudan en cada vez más tareas pero también nos generan asombro y curiosidad; incertidumbre y desasosiego. Y, por supuesto, preocupación. Porque no se entiende el mundo de los medios sin la dimensión de ética y deontología que va aparejada a la labor y la responsabilidad del periodista ‘contando historias’ dentro de ese pacto sagrado con la ciudadanía que tiene que ver con la veracidad de los hechos, con la objetividad y con la honestidad.
Tendemos a poner el foco en ChatGPT, la herramienta desarrollada por la empresa OpenAI, porque es el bot de moda que de una forma muy icónica y popular está representando el momento en que vivimos. Pero ChatGPT no es más que una ola (hay otros muy utilizados como Claude y Bard) dentro del tsunami de cambios con que nos está sacudiendo la Inteligencia Artificial generativa (GenAI).
Desde un punto de vista crítico y constructivo, en esta unidad nos acercaremos a los dilemas e interrogantes que de forma global está abriendo la Inteligencia Artificial desde el Periodismo y, de forma específica, exploraremos cómo está transformando el sector por el relevante que papel que siguen ejerciendo en el juego democrático de la convulsa sociedad líquida y gaseosa actual.
- Por un lado, en lo que tiene que ver con el desempeño del oficio por la repercusión que tiene en cómo se está desdibujando y transformando el papel del periodista y de los medios en las sociedades del nuevo milenio.
- En segundo lugar, atenderemos a qué mensajes y opinión pública se está creando desde la atalaya de los medios informativos en un sentido ético y de responsabilidad social en torno a la IA y el creciente problema de la desinformación.
En síntesis, y tal como reflejan diversos informes y encuestas a nivel académico y profesional, el impacto de la IA generativa en el Periodismo tiene dos caras:
- La positiva, vinculada a las oportunidades que abre la tecnología para mejorar la producción periodística, agilizar procesos y explorar nuevas narrativas y posibilidades en esa vieja misión que sigue siendo contar historias
- Y, en contraposición, la negativa relacionada con las amenazas y riesgos que supone para la propia profesión (por la eliminación de empleos que conlleva su implementación) y para la sociedad en lo referente al boom de fakes cada vez más sofisticadas que estamos viviendo.
Oportunidades y amenazas. Son las dos perspectivas que abordaremos en los apartados siguientes para finalizar con unas reflexiones sobre limitaciones y retos de futuro.