A través de Etruria, los dioses griegos se fueron incorporando al panteón romano que, como el de cualquier religión politeísta, era un sistema abierto a aceptar novedades. En la siguiente Tabla están recogidas las correspondencias de los principales dioses de los panteones griego, etrusco y romano:
| Griegos | Etruscos | Romanos |
| Afrodita | Urán | Venus |
| Apolo | Apulo | Apolo |
| Ares | Maris | Marte |
| Ártemis | Aritimi | Diana |
| Atenea | Menrva | Minerva |
| Deméter | Tvath | Ceres |
| Dionisio | Pacha | Baco |
| Hades | Aita | Saturno |
| Hefesto | Sethlans | Vulcano |
| Hera | Uni | Juno |
| Hermes | Turms | Mercurio |
| Hestia | Ethausva | Vesta |
| Perséfone | Persiphai | Prosérpina |
| Poseidón | Nethuns | Neptuno |
| Zeus | Tinia | Júpiter |
Fuente: elaboración propia
Para fijar la cronología de este proceso de aculturación religiosa resulta instructivo el testimonio de Tito Livio (5.13,4; 22.10,9) sobre los dos banquetes rituales (lectisternii) organizados para honrar a los dioses, en sendos momentos críticos de la historia de Roma. En el primer lectisternio (399 a.C.), celebrado para remediar una epidemia, el lugar de honor correspondió a las estatuas de Apolo, en su advocación de medicus, es decir, como dios sanador, y la de su madre Latona (Leto), mientras que su hermana Diana formaba pareja con Hércules, y Mercurio con Neptuno, ambos en calidad de protectores de las rutas comerciales y la navegación.
En el lectisternio celebrado después de la desastrosa primera campaña contra los cartagineses (217 a.C.), la distribución de los doce dioses ya reproduce el esquema y la jerarquía helénicos: Júpiter y Juno, presiden el banquete en cuanto soberanos equivalentes a Zeus y Hera; la pareja Neptuno-Minerva evoca el mito de su disputa por el dominio de Atenas (Unidad 3.2); sin embargo, la de Marte (Ares)-Venus (Afrodita), tiene un simbolismo fundamentalmente político, ya que el dios se consideraba padre de Rómulo y la diosa, madre de Eneas, es decir, de los dos héroes nacionales de Roma; Apolo y Diana están asociados por la genealogía, Vulcano y Vesta por su relación con el fuego y, finalmente, Mercurio y Ceres representan las actividades productivas del comercio y la agricultura.
Este panteón helenizante no desplaza de la liturgia cívica a la tríada formada por los dioses principales de la religión del Estado, Júpiter, Juno y Minerva, que recibía culto en la colina del Capitolio (fig. 63). En la religión familiar se mantienen sin modificaciones los cultos ancestrales a los Manes y los Penates, y continúan celebrándose los festivales en honor de divinidades romanas sin equivalentes griegos pero muy veneradas por el pueblo, como el rústico Silvano (fig. 64), Anna Perenna, cuya fiesta marcaba el inicio de la primavera, y Jano bifronte, que, simbólicamente, abría y cerraba tanto las puertas como el curso del año (fig. 65). Con todo, es evidente que en época republicana la ciudad de Roma, llamada a ser la potencia hegemónica del Mediterráneo, ya había asumido como propios a los dioses griegos, con sus atributos, valores simbólicos y su mitología.