Los mosquitos adultos tienen la capacidad de volar activamente para el desarrollo de sus actividades, tales como el apareamiento, la búsqueda de áreas de cría o de alimentación. Su capacidad de desplazamiento no es del todo conocida para la diversidad de especies de mosquitos que encontramos en el medio natural, no obstante, existen estimaciones de su capacidad de desplazamiento activo, aunque varían en gran medida en función de las especies de que se trate. Por ejemplo, en base a estudios utilizando técnicas de marcaje y recaptura, se estimó una distancia media de vuelo desde 50 metros para Aedes africanus a 6.220 metros en el caso de Culex annulirostris (Verdonschot & Besse-Lototskaya 2014). Además, los autores de este artículo, registraron distancias máximas de vuelo que superaban los 14 kilómetros en el caso de los mosquitos del género Culiseta, y con registros para algunas otras especies como Ochlerotatus taeniorhynchus y Aedes cantator que podían superar varias decenas de kilómetros.
Estudios más recientes han podido identificar igualmente con precisión las distancias de vuelo utilizando mosquitos con una toma reciente de sangre capturados en zoológicos. Con ellos han podido identificar la distancia entre las zonas donde se capturan estos mosquitos alimentados y la localización de los animales mantenidos en recintos en cautividad. Estos estudios se han podido desarrollar en diferentes países obteniendo valiosa información de diferentes especies. Por ejemplo, en un estudio desarrollado en el zoo de Barcelona (España), se pudo constatar que la especie Cx. pipiens voló una media de 99,02 metros desde su fuente de alimento hasta las zonas de captura, con una longitud máxima registrada de 168,51 metros. En este mismo estudio se pudo cuantificar igualmente la distancia de vuelo tras la alimentación para una hembra de la especie Culiseta longiareolata, registrándose una distancia de 38,71 metros (Martínez-de la Puente et al. 2020). Estudios previos registraron distancias de vuelo incluso superiores, como en el caso de Heym et al. (2019) quienes llegaron a identificar distancias de vuelo tras la alimentación superiores a los 300 metros en el caso de Cx. pipiens.
A estos desplazamientos naturales que podemos encontrar en el caso de los mosquitos adultos habría que añadir igualmente la posibilidad de que estos sean transportados pasivamente, por ejemplo, en vehículos. Esto pudo constatarse en el caso de un estudio desarrollado en Cataluña con el mosquito tigre, donde se observó que el 0,52% de los 770 coches muestreados contenían ejemplares vivos o muertos de Ae. albopictus. Aunque pudiera considerarse un porcentaje reducido de casos, hay que considerar que cada día se dan en torno a 6,5 millones de desplazamientos en coche solo en el área metropolitana de Barcelona (Eritja et al. 2017).