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4. Comportamiento hematófago

 

Por todos es conocida la capacidad de los mosquitos para alimentarse de la sangre y de hecho la mayoría de especies de mosquitos, aunque no todas, presentan hembras hematófagas (Baik & Carlson 2020). Los registros fósiles de mosquitos son escasos, pero aportan una información muy valiosa, así se ha podido constatar la existencia de este comportamiento hematófago ya hace más de 46 millones de años (Figura 5, Greenwalt et al. 2013).

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Figura 5. Hembra del género Culiseta con sangre en el interior de su abdomen encontrada en el noroeste de Montana (EEUU) con una edad de 46 millones de años.

Fuente: Greenwalt et al. 2013.

La toma de sangre es esencial para las hembras porque la necesitan para el desarrollo de los huevos en la mayoría de especies de mosquitos, denominados anautogénicas. No obstante, existen algunas especies que son capaces de hacer puestas de huevos sin necesidad de tomar sangre, son las llamadas autogénicas. Estas últimas, se pueden dividir en autogénicas obligadas, las que nunca toman sangre para el desarrollo de los huevos, y autogénicas facultativas, la que pueden hacer una única primera puesta sin necesidad de tomar sangre. Aunque la mayoría de los mosquitos toman sangre solo alrededor de unas 200 especies son perjudiciales para el ser humano de una manera u otra (Fang 2010), pero los seres humanos no somos los únicos hospedadores de estos insectos (Fig. 6; Martínez-de la Puente et al. 2018).

De hecho, estudios que identifican el origen de la sangre en las hembras de mosquitos han permitido identificar la capacidad de estos insectos para alimentarse de la sangre de diferentes grupos de vertebrados, que incluyen tanto mamíferos como anfibios, reptiles, aves e incluso peces. Los patrones de alimentación de los mosquitos varían tanto entre especies como geográficamente, probablemente vinculado a la comunidad de potenciales hospedadores presentes en el medio. Por ejemplo, en el caso de la especie Culex pipiens, más conocido como el mosquito común, la mayoría de las alimentaciones en esta especie provienen de diferentes especies de aves, como de gorriones o mirlos. Aún así, una proporción menor de las alimentaciones de esta especie provienen de mamíferos, como las personas. En contraposición podemos encontrar el caso de la especie invasora Aedes albopictus, en el que predomina la sangre de mamíferos, principalmente de seres humanos, a los que causan importantes molestias con sus picaduras, además de poner en riesgo a la población por su competencia para transmitir importantes patógenos como el virus del dengue. No obstante, a pesar de que las personas suponen la principal fuente de alimento para las hembras de esta especie de mosquito, nosotros no somos sus únicos hospedadores. Así se pudo constatar en una revisión publicada en 2020 donde los autores observaron que el rango de hospedadores conocido para esta especie incluye, al menos, 20 especies de mamíferos: desde roedores como ratas (Rattus norvegicus) o ratones (Mus musculus) a mamíferos de gran tamaño como los caballos (Equus caballus) y 5 especies de aves como gallinas (Gallus domesticus) o mirlos (Turdus merula). Además, existía evidencia de la capacidad de esta especie para alimentarse de la sangre de ectotermos como reptiles, anfibios e, incluso, peces (Cebrián-Camisón et al. 2020). Los estudios sobre los patrones de alimentación de estas especies de mosquitos en condiciones naturales nos ofrecen una valiosa información sobre los hospedadores de estos insectos y, por tanto, sobre las potenciales redes de transmisión de patógenos entre estos grupos de vertebrados.

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Figura 6. Hembras de mosquito reposando después de picar a un hospedador vertebrado. Se puede observar el abdomen dilatado con la presencia de sangre recientemente ingerida en su interior.

Fuente:  Fotos de Josué Martínez de la Puente.

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