Una de las ramas de la ciencia que más puede beneficiarse del uso de los videojuegos es la Inteligencia artificial en videojuegos (Yannakakis, 2018). Las investigadoras e investigadores de esta rama desarrollan y mejoran algoritmos de IA para crear comportamientos más realistas en los personajes no jugables (NPCs), personalizar la experiencia de juego y generar contenido procedural (por ejemplo, mapas o niveles). Algunos de estos métodos son las Redes Neuronales, los Algoritmos Evolutivos o el Aprendizaje por refuerzo, entre otros.
Los juegos son atractivos por el esfuerzo y las habilidades que exigen a las personas para completarlos o, en el caso de los puzzles, resolverlos. Esa complejidad e interés de los juegos es lo que los hace deseables para la IA. Los juegos son difíciles porque sus espacios de estados finitos, como las posibles estrategias de un agente, suelen ser enormes. Piensa por ejemplo, en lo complicado que es hacer una IA para el ajedrez, en el que hay 64 casillas, todas descubiertas y 32 piezas, con reglas muy definidas. Ahora piensa en Starcraft, un juego con componente aleatoria, cientos de unidades, varios jugadores, niebla de guerra, gestión de recursos y evolución de unidades y edificios, todo en tiempo real sin turnos. De hecho, los videojuegos están relacionados con la teoría de juegos (Guardiola, 2005): un campo de estudio matemático que analiza las interacciones estratégicas entre individuos racionales.

Por otro lado, los videojuegos proporcionan una interacción persona-ordenador muy rica (Yannakakis, 2019). Los juegos de ordenador son medios dinámicos por definición y, posiblemente, ofrecen una de las formas más ricas de interacción persona-ordenador (Human-Computer Interaction, HCI). La riqueza de la interacción se define en términos de las opciones disponibles que tiene un jugador en un momento dado y de las formas (modalidades) en que un jugador puede interactuar con el medio: video, audio, narrativa, dispositivos… Especialmente relevante es la generación procedimental de contenidos, en el que se usan algoritmos de IA para la generación automática de imágenes, audio o incluso niveles completos y narrativa.
Por otro lado, la Realidad aumentada (AR) y Realidad virtual (VR) están cambiando la forma en que se experimentan los videojuegos. Distintos estudios exploran la efectividad de estas plataformas, su capacidad para mejorar la inmersión y su potencial para diferentes aplicaciones, desde entretenimiento hasta rehabilitación física o incluso la simulación realista (Leuze, 2021).
Finalmente existe una creciente investigación en torno a cómo hacer los videojuegos accesibles para personas con discapacidades. Esto incluye el diseño de interfaces accesibles, controles alternativos y características específicas que permiten a más personas disfrutar de los juegos (Dumont, 2023) (Mangiron, 2021).
