A pesar de su crecimiento, el mercado de los videojuegos enfrenta varios desafíos. Uno de ellos es la saturación del mercado, especialmente en el sector de juegos móviles. La facilidad para desarrollar y distribuir juegos móviles ha creado una competencia intensa, haciendo que destacarse entre la multitud sea una tarea difícil incluso para desarrolladores de gran talento. Las empresas grandes con presupuestos millonarios pueden monopolizar la atención del público, mientras que los estudios independientes a menudo luchan por obtener visibilidad.
Además, la industria enfrenta problemas éticos, como la preocupación por las microtransacciones y las prácticas de monetización en algunos juegos. La inclusión de sistemas de “cajas de botín” (loot boxes) ha sido criticada por su similitud con el juego de azar, especialmente cuando se dirigen a audiencias jóvenes. En respuesta, algunos gobiernos han comenzado a regular estas prácticas, lo que podría afectar la manera en que las empresas diseñan y comercializan sus juegos. Asimismo, las preocupaciones sobre el tiempo de pantalla y el potencial de adicción a los videojuegos han llevado a los desarrolladores a incluir herramientas de control parental y límites de juego, aunque la efectividad de estas medidas sigue siendo objeto de debate (Hodent, 2019).