Introducción a la competencia digital: marcos de referencia
La revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han supuesto la eclosión de cambios trascendentales en todos los ámbitos y esferas de la sociedad actual. Ciertamente, los procesos de digitalización conllevan nuevas formas de organización política, social y económica. La educación, el empleo, la sanidad, la manera en la que nos relacionamos con otras personas o cómo accedemos a la información y al conocimiento son muy diferentes a la de hace algunas décadas.
Es ineludible que cualquier ciudadano actual precisa de la adquisición de un cierto grado de habilidad y pericia para relacionarse con el mundo digital de manera satisfactoria, ya sea en su vida personal o profesional. Por estos motivos, tanto las políticas nacionales como europeas y otros continentes señalan la necesidad de dotar a todos los ciudadanos de las competencias necesarias para usar las TIC de manera crítica y creativa.
A modo de ejemplo, desde el año 2006, el Parlamento Europeo estableció que la competencia digital es una de las ocho competencias clave que cualquier ciudadano debe haber desarrollado al finalizar la educación obligatoria como requisito indispensable para poder incorporarse satisfactoriamente a la vida adulta, participar significativamente en la sociedad del conocimiento y poder seguir aprendiendo a lo largo de la vida (Recomendación 2006/962/CE del Parlamento Europeo; y, más tarde, Recomendación del Consejo, de 22 de mayo de 2018).
A groso modo, entendemos por competencia digital el conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes encaminadas al uso crítico, eficiente y creativo de las TIC para alcanzar los objetivos relacionados con la vida diaria, el trabajo, el aprendizaje, el ocio y el tiempo libre, así como para la participación activa en la sociedad (Ferrari, 2013; INTEF, 2017; Rodríguez-García et al., 2019).
A pesar de lo anterior, el tratamiento que ha recibido la competencia digital desde su concepción como una de las ocho competencias clave para el aprendizaje permanente se ha caracterizado por la ambigüedad del término. De hecho, tal y como mencionaban Gisbert et al. (2016), algunos autores hablan de “alfabetización digital”, “habilidades digitales”, “habilidades para el siglo XXI”, entre otros. Ello no ha hecho más que dificultar el hecho de encontrar una posición unánime que sea universal en cuanto a la especificidad de la competencia digital, así como las distintas áreas y competencias que la componen.
Sin embargo, en lo que sí parece haber consenso es en la gran importancia que se le concede al desarrollo de tal competencia. Por ello, desde su promulgación como competencia esencial que cualquier persona debe trabajar y desarrollar, diferentes organismos comenzaron a ocuparse en la elaboración de distintos marcos de referencia que tratasen de especificar y desglosar todo el entramado de la competencia digital. Para ello, tanto a nivel nacional como internacional se han desarrollado diferentes marcos de referencia sobre la competencia digital (Cabero-Almenara et al., 2020). Estas acciones responden a la necesidad de ser competente digitalmente en la sociedad del conocimiento y constituyen elementos de referencia tanto para entender qué significa este requerimiento como para poder evaluar nuestro nivel, así como para tener una guía de mejora de nuestra propia competencia digital.
Marcos de referencia
Son varios los marcos de referencia existentes a nivel nacional e internacional que delimitan la competencia digital del ciudadano y/o competencia digital docente en función del contexto.
Por ejemplo: el marco británico de enseñanza digital (Education and Training Foundation, 2019), el modelo Krumsvik de Noruega (Pérez-Escoda et al., 2019), el marco de competencias TIC para el desarrollo profesional docente colombiano (Calderón et al., 2013), el marco de competencias y estándares TIC para la profesión docente del Gobierno de Chile (Elliot et al., 2011), el Marco de Competencia Digital para los Consumidores (Brečko et al., 2016 y Fielder et al., 2016), el marco europeo para las organizaciones educativas con competencia digital (Kampylis et al., 2015), entre otros.
Sin embargo, en este documento vamos a tratar principalmente 6 que se detallan en la Figura 1: uno a nivel internacional (UNESCO); dos a nivel europeo (DigComp y DigCompEdu), dos a nivel español (Ikanos y Competencia Digital INTEF) y uno americano (Estándares ISTE), los cuales han sido más utilizados en la investigación actual sobre competencia digital (Cabero-Almenara et al., 2020).
