Entre la comunidad científica y los técnicos profesionales dedicados al control vectorial, existe bastante consenso en afirmar que es necesario buscar nuevas herramientas y estrategias de control, más allá de las convencionales basadas fundamentalmente en el empleo de insecticidas. Seguidamente se describen algunas de estas nuevas estrategias de control, la gran mayoría todavía en fase preliminar de evaluación anterior a su empleo masivo a gran escala en el territorio.
Mosquitos infectados por Wolbachia
La bacteria Wolbachia es un endosimbionte presente de manera natural en aproximadamente el 66% de los insectos, mostrando un rango muy amplio de interacciones ecológicas, que varían desde el parasitismo, el comensalismo o el mutualismo. La particularidad de Wolbachia reside en su capacidad de producir alteraciones en el proceso reproductivo de aquellos insectos que han sido infectados. Para el caso de los mosquitos, cuando un macho infectado con Wolbachia se aparea con una hembra no infectada, se induce un acontecimiento de infertilidad mediante un proceso denominado incompatibilidad citoplasmática. En cambio, en el caso de que las hembras estén infectadas por Wolbachia, tanto si el macho es portador o no de la bacteria, dicha bacteria será transferida a toda su progenie por herencia materna directa. Esta situación provoca una menor susceptibilidad a los procesos de infección de estas nuevas generaciones de mosquitos frente a arbovirosis como el dengue, Zika o chikungunya (Aliota et al., 2016). Distintos países de diferentes continentes, han ido realizando experiencias de suelta de mosquitos infectados con la bacteria en los últimos años (Jiggins, 2017).
Técnica del Insecto Estéril (TIE o SIT)
Se basa en la liberación masiva en el ambiente de machos esterilizados en condiciones de laboratorio con el objetivo de que se apareen con hembras silvestres, dando como resultado una descendencia no fértil. De esta forma se logra obtener un declive progresivo de la población, hasta incluso el punto de provocar puntualmente su extinción local. Para la aplicación de esta técnica es necesario contemplar aspectos como, por ejemplo, los que cumple el mosquito tigre (Bellini et al., 2013), como son una baja dispersión natural de la especie (Ae. albopictus presenta un rango de vuelo muy bajo), que exista un decrecimiento estacional de sus poblaciones (en la fase invernal hay una pausa en la actividad del mosquito tigre), y que sea asumible y eficiente la cría masiva y suelta de ejemplares. Algunos ensayos piloto se han ejecutado ya en países europeos, como por ejemplo en áreas urbanas de Italia, donde los resultados indican que tras liberaciones de entre 896-1590 ♂/ha*semana en zonas de elevada infestación se induce un nivel significativo de esterilidad en la población local. En estos estudios se concluye que el porcentaje mínimo de esterilización de huevos que se considera necesario para provocar la supresión local de la especie debe ser ≥ 81%. Los primeros ensayos de campo ya se están realizando en España desde principios de 2018.
Mosquitos Modificados Genéticamente (MMG)
En este caso, nuevamente, el objetivo final es inducir esterilidad en la población local, pero, al contrario que en el caso anterior, mediante la modificación genética de ejemplares. Se dispone de distintos métodos que provocan diferentes rutas de infertilidad y la subsiguiente reducción poblacional. Desde el 2009 se han estado realizando ensayos de campo con liberaciones de Aedes aegypti (especie con biología, comportamiento e interés vectorial muy similar al mosquito tigre) en distintos países y, a pesar de existir ciertos ejemplos altamente satisfactorios de reducción poblacional, se trata de una de las técnicas que más controversia ha despertado (Panjwani et al., 2016) porque, a diferencia de las anteriores, en este caso se basa en la introducción de nuevos organismos (en términos genéticos; “nuevos genes”) en distintos territorios (Carvalho et al., 2015). Factores como realizar un óptimo balance del binomio coste-beneficio acerca de la aplicación de la técnica, y una aproximación real y científica a las posibles consecuencias colaterales, marcarán sin lugar a duda las probabilidades de implementación de esta estrategia a gran escala en los próximos años.
Autodiseminación de insecticidas
Uno de los aspectos clave en el control de especies de mosquitos que crían en pequeños ambientes crípticos o inaccesibles en entornos urbanos, es la neutralización eficaz de dichos focos de cría. Esta problemática particular puede verse parcialmente solventada con el empleo de estrategias de autodiseminación (Devine et al., 2009). La técnica emplea mosquitos adultos para alcanzar esos microambientes inaccesibles a tratamientos convencionales directos. La técnica consiste en “contaminar” a los insectos adultos por contacto directo con materiales tratados o con “estaciones de autodiseminación”, como ovitrampas modificadas. Una vez contaminados los adultos con los agentes de control, tanto machos como hembras, pueden dispersar el insecticida a otros focos de cría. Las hembras normalmente contaminan nuevos ambientes acuáticos de cría por su actividad ovipositora (transferencia vertical) mientras que los machos pueden contaminar a hembras silvestres por el comportamiento de apareamiento, además poligámico (transferencia horizontal). Los agentes de control normalmente empleados son sustancias catalogadas como IGRs, siendo el piriproxifén la materia activa más utilizada (Unlu et al., 2020). Estudios recientes llevados a cabo con Ae. aegypti y Ae. albopictus apuntan a resultados muy prometedores en cuanto a estrategias de control de sus poblaciones. Sin embargo, esta técnica requiere de un estudio meticuloso de algunos factores del área de aplicación como la abundancia de mosquitos adultos, la distancia entre las estaciones de autodiseminación y los focos de cría o la topografía urbana local. Paralelamente, otras experiencias exitosas se han desarrollado recientemente en el contexto del control de Anopheles sp. mediante el empleo de novalurón.
Cebos Tóxicos Azucarados
Esta estrategia se basa en el comportamiento alimenticio sobre sustancias azucaradas que muestran tanto machos como hembras de mosquitos en el medio natural. La técnica emplea compuestos consistentes en un atrayente (sustancia azucarada) combinado con un insecticida de ingesta oral (una toxina con propiedades insecticidas). Se trata de una técnica ampliamente utilizada en la actualidad para el control de otros insectos plaga, como cucarachas, termitas, hormigas o moscas, entre otros. Sin embargo, en este caso, el reto radica en el desarrollo de un cebo altamente atractivo dirigido a insectos hematófagos, como es el caso de los mosquitos. Es por esta razón por la que no se ha desarrollado esta técnica a gran escala para el control vectorial de culicinos, pese a que lleva empleándose con resultados muy satisfactorios en otros grupos de insectos desde hace al menos 50 años. Recientemente, con el desarrollo de nuevas sustancias atrayentes, se ha comprobado la alta eficacia de esta técnica en el control de mosquitos de los géneros Aedes, Anopheles y Culex (Müller et al., 2010). Las materias activas de control más empleadas hasta el momento han sido el ácido bórico, el fipronil o los neonicotinoides, entre otros. En cuanto a la forma de presentación a los insectos, ésta puede llevarse a cabo bien por aplicación directa en la vegetación o bien a través de estaciones de cebado que atraen los mosquitos de una gran área circundante (Revay et al., 2014). Esta técnica de empleo de cebos letales se conoce coloquialmente como “attract and kill” (atraer y matar). El empleo de estaciones de cebado reduce significativamente la exposición de insectos no diana a los biocidas empleados respecto de la pulverización directa de la vegetación. Aunque realmente el impacto de esta técnica en entornos naturales o el grado de competencia de otras fuentes alimenticias en entornos reales son dos aspectos en los que todavía es preciso invertir más esfuerzos en investigación.

Figura 5. Esquema de diferentes estrategias de control de mosquitos (Bueno Marí et al., 2022)