En general las estrategias larvicidas deben imponerse frente a las adulticidas, puesto que solo con las primeras conseguimos adelantarnos a los problemas y prevenir la emergencia de adultos y, por tanto, reducir los riesgos derivados para la salud pública. Además de la prevención, la eficacia es otro factor a tener en cuenta para fomentar los larvicidas frente a los adulticidas, puesto que las formas larvarias se encuentran en hábitats delimitados (biotopos hídricos) donde es viable la obtención de una concentración letal de producto que queramos alcanzar, mientras que los adultos de mosquitos se hallan en el espacio aéreo con posibilidad de refugiarse o migrar hacia donde los productos adulticidas no les alcancen. En definitiva, dichos tratamientos adulticidas deben circunscribirse únicamente a fallos en el tratamiento larvicida y/o situación de elevadas molestias por picaduras de mosquitos e incluso contextos de brotes de enfermedades; pero la base de las intervenciones frente a mosquitos deben ser los tratamientos larvicidas.
Las larvas de los mosquitos están siempre asociadas a aguas estancadas, de diferentes dimensiones y características físico-químicas. Las larvas pasan por 4 estadíos de desarrollo, denominados L1. L2, L3 y L4, antes de la fase de agrupaciónpupación para originar posteriormente la fase adulta que será de vuelo libre. La mayoría de productos larvicidas actualmente registrados en España para el control de mosquitos actúan por ingesta, lo que quiere decir que las larvas deben ingerirlo durante el proceso habitual de filtración de partículas que ejercen en las columnas de agua donde habitan. Las larvas L1, L2 y L3 se alimentan de forma continua e intensa mediante este fenómeno de filtración de partículas en suspensión del agua, pero las larvas L4 más desarrolladas reducen sus hábitos alimenticios y finalmente las pupas son totalmente áfagas. Esto quiere decir que cualquier larvicida que actúe por ingesta, será especialmente efectivo frente a formas larvarias iniciales (larvas principalmente pequeñas), siendo necesario optar por larvicidas que actúen por contacto o asfixia si en el criadero de mosquitos abundan L4 y, sobre todo, pupas.
En Europa los productos insecticidas destinados al control de vectores, en general, y mosquitos, en particular, se enmarcan en el Registro Europeo de Biocidas (https://www.sanidad.gob.es/ciudadanos/saludAmbLaboral/prodQuimicos/sustPreparatorias/biocidas/InfoEuro.htm) Esto significa que cualquier producto a emplear, ya sea de tipo químico o microbiológico, deberá pasar por un proceso de evaluación de eficacia y multitud de estudios ecotoxicológicos antes de poder ser comercializado para el control de mosquitos en nuestro continente.
Los principales larvicidas de origen biológico que actualmente están registrados en Europa y en España para el control de mosquitos, son diferentes formulados que tienen como base la bacteria Bacillus thuringiensis israeliensis (Bti). Se trata de una bacteria Gram-positiva, aerobia estricta y ubicua a nivel edáfico que, durante la fase de esporulación, genera un cristal proteicoproteínico con propiedades insecticidas. Las proteínas denominadas d-endotoxinas, también conocidas como proteínas o toxinas Cry ó Cyt, son formadoras de poro y ejercen su actividad tóxica al provocar un desequilibrio osmótico en las células epiteliales donde se insertan en la membrana, dentro del estómago de las larvas de los mosquitos. Los síntomas que se observan a partir de que las larvas ingieren los cristales y esporas de Bti son: cese de la ingesta, parálisis del intestino, diarrea, parálisis total y, finalmente, la muerte. Este proceso de letalidad presenta una elevada especificidad frente a culícidos, pudiendo también afectar a otros dípteros nematóceros en caso de incrementar notablemente las dosis de aplicación. Este alto grado de selectividad del Bti provoca que, hoy en día, gran parte de los tratamientos larvicidas frente a mosquitos en España (especialmente en humedales protegidos) se basen en el empleo de este biolarvicida bacteriano. Además, en la actualidad estos formulados de Bti son también los únicos autorizados en España para los tratamientos larvicidas por medios aéreos sobre masas de agua infestadas por larvas de culícidos. Dichos tratamientos pueden efectuarse con avionetas, helicópteros o drones, según la casuística concreta de la zona a tratar.
Además de estos compuestos larvicidas biológicos, existen otros de síntesis química como son los Insecticidas Reguladores del Crecimiento de Insectos o IGR’S de sus siglas en inglés (Insect Growth Regulators) que actúan sobre funciones metabólicas específicas de los insectos y que por tanto tienen poco o nulo impacto más allá de los artrópodos. Entre los IGR más habituales para el control larvario de mosquitos se encuentran los Inhibidores de la Síntesis de la Quitina (ISQ), que al ser ingeridos por las larvas propician que la quitina (proteína esencial para poder formar el exosqueleto o cutícula de los insectos) no pueda sintetizarse correctamente y de este modo no pueda darse el proceso de metamorfosis de los mosquitos hasta su fase adulta. La consecuencia final en una masa de agua en la que se ha aplicado un ISQ es que, al cabo de unos días en los que se debería haber alcanzado la madurez total de las larvas y éstas haber metamorfoseado hasta la fase adulta, se observa gran mortandad de pupas que no han podido completar el proceso de metamorfosis. Además de pupas con diferentes anomalías morfológicas evidentes, también es posible observar pre-pupas muertas (larvas L4 que no han podido pupar) e incluso adultos parcialmente emergidos que no son viables y aparecen muertos sobre la superficie del agua (Figura 1). La principal materia activa insecticida registrada en España y que actúa a modo de ISQ frente a mosquitos se denomina diflubenzurón y se emplea habitualmente para el control larvario de mosquitos especialmente en masas de agua con alta carga orgánica, donde presenta una mayor eficacia que los larvicidas bacterianos. Sin embargo, cabe resaltar que se han detectado fenómenos de resistencia a diflubenzurón en poblaciones del mosquito común Culex pipiens (Porreta et al., 2019).

Figura 1. Anomalías morfológicas en ejemplares de Aedes aegypti tras la exposición de un ISQ (novalurón). Fuente: Fontoura et al., (2012).
Otros IGR a destacar son los Análogos de la Hormona Juvenil (AHJ), que de nuevo interfiere en la correcta metamorfosis de las pupas, en este caso debido a la anormal presencia de la hormona juvenil que condiciona el paso desde la fase juvenil a la fase adulta. Entre los formulados para el control de mosquitos, destaca el piriproxyfen y el metopreno, y de nuevo la observación de ejemplares pre-pupa, pupas anormales y adultos que han fallado en la emergencia, es el proceso que observaremos en una masa de agua tratada con AHJ.
Tanto los larvicidas bacterianos como los IGR actúan principalmente por ingesta, de modo que las formas áfagas, como las pupas, serán indemnes a estos tratamientos. En la actualidad, para contrarrestar esta posibilidad de disponer también de productos pupicidas, existen formulados a base de polidimetilsiloxano como polímero que genera una capa superficial en el agua provocando la asfixia tanto de larvas como pupas de mosquitos, por no poder acceder éstas a la superficie para poder respirar el oxígeno atmosférico. Al tratarse estas siliconas de un mero método de control físico (matando a las formas acuáticas simplemente por asfixia al modificar la superficie del hábitat) y no químico como en los casos anteriores, la Unión Europea no considera necesario el registro de estos productos como biocidas para su uso y comercialización.
Más allá de la aplicación de productos químicos o biológicos sobre las masas de agua afectadas por presencia de mosquitos, otras estrategias de manejo ambiental de la situación pasan directamente por la eliminación o destrucción mecánica de los focos de cría. Este tipo de intervenciones de saneamiento ambiental son muy efectivas especialmente cuando se trata de criaderos de reducidas dimensiones, destacando aquellos de tipo sinantrópico como recipientes de diferentes tipologías (cubos, bidones, platos de macetas, etc.). Eliminar el agua estancada en estos pequeños depósitos y mantenerlos secos, es esencial para el efectivo combate frente al mosquito tigre (Aedes albopictus), especialmente en ámbitos domésticos, huertos urbanos y zonas residenciales donde es frecuente encontrarse esta problemática. En todos estos espacios privados, las acciones de eliminación mecánica de criaderos (vaciado de recipientes), conviene acompañarlasacompasarlas también con intervenciones pedagógicas con los propietarios y/o gestores de dichos espacios para que ellos mismos adquieran los códigos de buenas prácticas necesarios de cara al futuro. En este sentido, los proyectos Puerta a Puerta que combinan intervenciones mecánicas, químicas y pedagógicas frente al mosquito tigre en el territorio se han mostrado como estrategias sumamente interesantes (Donati et al., 2020). Más allá de las intervenciones de saneamiento ambiental y control mecánico en pequeños criaderos de mosquitos, también existen otras estrategias de neutralización mecánica de focos de desarrollo larvario de mosquitos que atañen a hábitats acuáticos de mayores dimensiones. En este sentido, por ejemplo, la limpieza y eliminación de pantallas vegetales en acequias de riego suele facilitar que el agua tenga un flujo continuo de corriente, lo cual reduce los estancamientos y, por ende, la proliferación de larvas de mosquitos, además de facilitar la circulación de depredadores naturales propios de estos hábitats.

Figura 2. Diferentes técnicas de aplicaciones larvicidas en presentación líquida: con mochila de pulverización, atomizador sobre vehículo, drones; y diseminación manual de grano. Fuente: Elaboración propia