Enfoque didáctico y pedagógico
El mobile learning se vincula con los principios de la teoría socio constructivista del aprendizaje (Vygotsky, 1979) y con una visión sociocultural (Bachmair y Pachler, 2015; Bannan et al., 2016), puesto que el estudiante adquiere un papel activo en un entorno social de aprendizaje colectivo favorecido por los dispositivos móviles (Robles-Altamirano y Barreno-Salinas, 2016).
Asimismo, el m-learning se fundamenta en concepciones relacionadas con las ecologías socioculturales del aprendizaje (Herrera et al., 2013). Como destacan los autores la optimización de las interacciones entre iguales, a través del aprendizaje móvil, se favorece un aprendizaje significativo, basado en las teorías socio-constructivistas. A su vez, la investigación desde la perspectiva europea se ha caracterizado por ampliar la participación de los estudiantes y desarrollar teorías sobre el m-learning (Kukulska-Hulme et al., 2011).
Sin embargo, el enfoque pedagógico más importante del m-learning es el modelo pedagógico establecido por Kearney et al. (2012). Este modelo considera tres elementos esenciales con sus respectivas subescalas (Figura 1): (1) autenticidad (ubicación y contextualización), (2) colaboración (conversación e intercambio de datos) y (3) personalización (participación y adaptación). Este modelo pedagógico de aprendizaje móvil establecido por Kearney et al. (2012) el m-learning hace referencia a la percepción de los contenidos y su adecuación al mundo real; colaboración (conversación e intercambio de datos), relacionada con la forma en la que el usuario interacciona con la comunidad de aprendizaje; y personalización (participación y adaptación), vinculada a la percepción del usuario sobre la adaptación de la tecnología a sus necesidades (La Rosa, 2016).
Figura 1
Modelo pedagógico del mobile learning
Desde los diferentes sustentos del mobile learning en teorías y modelos pedagógicos puede empezar a establecerse un auge en su reconocimiento como metodología de aprendizaje basada en unos preceptos didácticos, la cual puede incidir en una mejora de los resultados de aprendizaje (Cook y Sonnenberg, 2014; Torres et al., 2015).
Los dispositivos móviles han atraído la atención de muchos investigadores en el área de la educación y el aprendizaje porque son fácilmente accesibles, su uso es muy intuitivo, no requieren un aprendizaje laborioso, la mayoría no tienen ni manual de instrucciones, se pueden usar en todas partes (incluso en el cuarto de baño) para acceder a Internet, consultar el correo electrónico, hacer llamadas telefónicas, enviar mensajes SMS, entretenerse, consultar múltiples contenidos, etc. Los dispositivos móviles son portátiles, ubicuos y de fácil acceso y su uso es prácticamente universal. Estas situaciones muestran que existe un gran potencial para mejorar el aprendizaje con dispositivos móviles.
Las diferentes formas de entender el aprendizaje mediante dispositivos móviles y las distintas perspectivas educativas inducen a considerar su aplicación desde distintas perspectivas como es, evidentemente, la movilidad. Keagen (2005) sugiere que el m-learning debería restringirse al aprendizaje que se puede alcanzar mediante el uso de dispositivos pequeños y portátiles. Según Keagen (2005), los dispositivos móviles se pueden llevar a todas partes con el único límite de la duración de su carga y de la accesibilidad a la red de servicios (cobertura). Por ejemplo, una dama puede llevarlo en su bolso o un caballero puede llevarlo en su bolsillo. Por lo que esta definición también se relaciona con una perspectiva tecnocéntrica debido a que se concentra en el tamaño de los dispositivos móviles.
No todos los investigadores consideran el m-learning como un cuerpo de aprendizaje individual y con personalidad única. Algunos lo caracterizan como una extensión del e-learning. Por ejemplo, Kadirire (2009) define el m-learning como una forma de e-learning, que puede tener lugar en cualquier momento y en cualquier lugar con la ayuda de un dispositivo de comunicación móvil como un teléfono móvil, un asistente digital personal, un iPhone, un iPad, un e-book o cualquier dispositivo portátil tan pequeño como sea posible.
Esta doble visión lleva a considerar nuevas perspectivas de aprendizaje mediante el uso de los dispositivos móviles y aceptando el m-learning como un cambio de paradigma.
Una de estas perspectivas se centra en el alumno
Esta visión afirma que el m-learning es cualquier tipo de aprendizaje que ocurre cuando el alumno no se encuentra en un lugar fijo y predeterminado (O'Malley et al., 2003).
Otra perspectiva se centra en el individualismo
Según esta perspectiva, el m-learning se define como cualquier actividad que permita a las personas ser más productivas a la hora de consumir, interactuar o crear información, mediando a través de un dispositivo portátil digital compacto que la persona lleva habitualmente, es de uso personal, casi siempre intransferible, el dispositivo está vinculado a los datos personales de un solo usuario, tiene conectividad confiable y cabe en un bolsillo o bolso (Keskin y Metcalf, 2011).
Hay algunos investigadores que también asocian el m-learning con el aprendizaje ubicuo (Ng et al., 2009)
El aprendizaje ubicuo se suele definir como el que se produce en cualquier lugar y momento. La formación ubicua integra el aprendizaje y la tecnología ubicua dentro de una estrategia formativa y uno de sus frutos más conocidos es el m-learning (utilización de dispositivos móviles para el aprendizaje). Si los contenidos y actividades formativas son accesibles a través de tecnologías ubicuas y estas siempre nos acompañan, se facilita considerablemente el acceso a los recursos formativos. Cualquier persona puede acceder a ellos desde cualquier lugar y en cualquier momento. El aprendizaje ubicuo sería el que se produce en todo lugar y momento; es decir, se produciría aprendizaje a partir del entorno. Para hacer esto tendríamos que conseguir relacionar la asignatura con el entorno que puede rodear a un alumno, y la tecnología ubicua nos serviría para que se produzca el aprendizaje. El m-learning a partir de esta teoría debería vincular el aprendizaje no tanto con contenidos “colgados”, facilitados, disponibles, sino con el entorno en el que el alumno se relaciona.