Comencemos con un ejemplo muy práctico. Podemos definir el sistema nervioso como aparece en la Wikipedia, o podemos tomar prestada la definición del divulgador Xurxo Mariño, de su libro “Neurociencia para Julia”.
En el primer caso: “…El sistema nervioso es una red de tejidos de origen ectodérmico en los animales diblásticos y triblásticos cuya unidad básica son las neuronas. Su función primordial es la de captar y procesar rápidamente las señales ejerciendo control y coordinación sobre los demás órganos para lograr una oportuna y eficaz interacción con el medio ambiente cambiante. Esta rapidez de respuestas que proporciona la presencia del sistema nervioso diferencia a la mayoría de los animales (eumetazoa) de otros seres pluricelulares de respuesta motil lenta que no lo poseen como los vegetales, hongos, mohos o algas”
Y en el segundo: “El sistema nervioso es la esencia de tu ser. Lo estás utilizando ahora mismo para poder ver, leer y comprender este texto; algo que haces con naturalidad y sin esfuerzo, pero que esconde detrás toda una sinfonía de señales que viajan de unas células a otras, de sustancias químicas que interaccionan entre sí, de circuitos que se activan dentro de tu cabeza como si fuera un panel luminoso chisporroteando y lleno de luz. El sistema nervioso es la máquina que crea lo que eres, de ella surge tu mente consciente y ella da forma a tus emociones y recuerdos. Todas las mañanas, cuando te despiertas, miles de millones de células dentro de tu cráneo producen una actividad eléctrica y química que da lugar a tu mente, a tu yo”.
Coincidimos, pues, en que la información en salud para que llegue a la ciudadanía debe rebajar el tono en su divulgación, algo así como convertir el alto voltaje en corriente eléctrica.
El incremento de los contenidos de salud en los medios de comunicación españoles se produjo fundamentalmente en la década de 2000-2010 en la que coinciden, al menos, tres circunstancias: son años de bonanza económica; se dirigen a una población cada vez más envejecida, necesitada de información de salud y, también, a una población con un exagerado culto al cuerpo que lleva a consumir contenidos de nutrición, salud sexual y estética; y la información se ha adaptado a las necesidades de los nuevos medios emergentes, en concreto al boom de Internet y las redes sociales, que se utilizan para tener una relación más cercana con los lectores y fuentes de información en un proceso informativo vertiginoso. (C Peñafiel Saiz, I Camacho Markina, A Aiestaran Yarza, M Ronco López, L Echegaray, Eizaguirre (2014): “La divulgación de la información de salud: un reto de confianza entre los diferentes sectores implicados”. Revista Latina de Comunicación Social, 69)