La sociedad actual del conocimiento, donde la información y los datos se generan y distribuyen de manera masificada y constante, ha supuesto y aún hoy supone un cambio de concepción en la manera en la que nos relacionamos, interactuamos, nos comunicamos y aprendemos, entre otras muchas cosas. Actualmente, en la sociedad presente conviven personas y usuarios de la red que han experimentado su llegada de diferentes maneras, teniendo todos ellos diferentes procesos de adaptación.
Ante este nuevo paradigma que continúa cambiando constantemente, la educación se ha postulado como el motor de cambio, actualización e innovación de una población que día a día se enfrenta a retos que conllevan uso de diferentes dispositivos, redes o herramientas web relativamente nuevas entre nosotros.
Frente a esta situación, la competencia digital hace ya varios años que se trata de una competencia clave establecida desde las instituciones educativas como el Ministerio de Educación de España (2015), otorgándole así la importancia que ha adquirido y sigue adquiriendo. Tal es así, que ha logrado estar presente en todos los planes de formación independientemente de la etapa o nivel.
La competencia digital supone un elemento indispensable para los ciudadanos del siglo XXI en la sociedad actual en la que vivimos. De este modo, el desarrollo de esta competencia supone la adquisición por parte de la ciudadanía de una serie de destrezas conceptuales, técnicas y de actitud que en la actualidad sirven para la resolución de problemas y retos que pueden surgir en la sociedad presente (Liesa, et al., 2016).
En los últimos años, tanto a nivel nacional como internacional, han surgido diferentes documentos que establecen marcos de referencia para formar y evaluar a las personas y comprobar si son digitalmente competentes (como hemos visto anteriormente al inicio de este módulo). Este concepto supone saber hacer un uso adecuado, seguro y crítico de las tecnologías en todos los ámbitos de la vida, empleando todo lo que de ellas se deriva para la búsqueda, almacenamiento, creación, intercambio y evaluación de información, recursos, herramientas y materiales (Liesa, et al., 2016). A este respecto, recordar que se encuentra el DigComp 2.0 que tiene como objetivo un mejor desarrollo y comprensión de esta competencia en los ciudadanos de Europa. De manera más específica, se encuentra en el mismo contexto el DigCompEdu, marco de referencia y modelo de autoevaluación para esta competencia digital, pero en este caso enfocada a la labor de los docentes. Este último documento, está basado en el Marco Común de Competencia Digital Docente (INTEF, 2017) que adapta lo propuesto por los anteriores documentos al contexto nacional español para diagnosticar y mejorar las competencias digitales del profesorado.
La competencia digital docente (CDD) es el conjunto de conocimientos, destrezas y habilidades para el uso eficaz de las TIC como elementos integrados en los procesos de enseñanza-aprendizaje (Mañas y Roig-Vila, 2019). Esta supone ser consciente del uso que se realiza de las TIC para producir conocimiento empleándolas de manera transversal en todo el currículo asegurando el propio desarrollo de la competencia dentro del aula.
Así, teniendo en cuenta todos estos marcos de referencia, a continuación, se exponen los diferentes niveles donde se puede encontrar cada individuo dependiendo de su formación:
| Marco Común de Competencia Digital Docente (INTEF, 2017) | DigCompEdu (2017) |
|---|---|
| A1 | Novato |
| A2 | Explorador |
| B1 | Integrador |
| B2 | Experto |
| C1 | Líder |
| C2 | Pionero |
En cualquier etapa educativa independientemente del área que se esté tratando, de la materia o del curso, actualmente confluyen todas las innovaciones a este respecto. Por eso, la función de todos los docentes va más allá de formar, pues como función esencial también se añade la generación de conocimiento. Se pretende ofrecer una visión holística del aprendizaje. La tecnología y el desarrollo de la competencia digital han supuesto cambios metodológicos y didácticos en esta etapa, donde se tienen en cuenta los diferentes componentes de la competencia digital entre los que se encuentra la seguridad digital.
La seguridad digital incluye los riesgos, las estrategias y las adicciones asociadas al uso de los dispositivos tecnológicos. Aunque estos conceptos están extendidos en toda la sociedad y entre los usuarios de las TIC, son ideas difusas las cuales deben ser comprendidas para eliminar así los climas de indefensión que pueden generarse con el uso de la tecnología.
A este respecto, es importante destacar que los docentes tienen asociadas a su profesión diversas competencias como es el caso de la seguridad digital. Así, cabe destacar trabajos o investigaciones recientes que ponen de manifiesto no sólo la importancia de la competencia digital en la formación docente, sino la creciente relevancia de la seguridad como elemento esencial para hacer de estos, docentes digitalmente competentes (Hinojo-Lucena, et al., 2020).
A su vez, se destacan proyectos internacionales y nacionales que abogan por destacar la importancia de la competencia digital, donde se incluye la seguridad digital, durante la formación en todas las etapas, enfatizando cómo el docente debe tener presente este elemento en su propia formación y en los procesos de enseñanza con los estudiantes.
Destacan:
eTwinning
Iniciativa de la Comisión europea que tiene como base el empleo de la tecnología para la colaboración entre los diferentes países europeos en aspectos de educación, formación, juventud y deporte. Sus principales objetivos son la cooperación, el desarrollo personal y el reconocimiento a nivel internacional de los agentes implicados en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Estrategia Nacional de Ciberseguridad 2019
Iniciativa por parte del Consejo de Seguridad Nacional, donde se concretan los objetivos y líneas de actuación dentro de esta temática multidisciplinar, al igual que mecanismos de actualización y evaluación de todo lo que engloba. Ofrece una definición amplia del concepto y de todas sus vertientes y características
En el momento presente, se está en una dinámica donde la tecnología e Internet dominan gran parte de la vida diaria de las personas en todos y cada uno de los contextos de actuación. Sin embargo, a pesar de saber introducir estos elementos en nuestra vida y hacer aparentemente un uso adecuado de ellos no significa que este sea responsable y seguro para nosotros. El uso de las TIC supone una serie de consecuencias las cuales pueden ser positivas y negativas. Una de las áreas de mayor importancia para evitar problemas derivados de este uso es el área de seguridad dentro de la competencia digital. Este apartado adquiere aún mayor importancia con la aparición y auge de las redes sociales (Dodel y Mesch, 2018).
La seguridad digital dentro de la CDD supone el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes del docente a la hora de formar a los estudiantes en un uso de su competencia digital responsable y seguro. Esta área engloba la protección de información y datos personales, la protección de la identidad digital, de contenidos digitales, de los diferentes dispositivos y la protección de la propia salud y el entorno (INTEF, 2017).
La competencia relacionada son la seguridad promueve la creación de mecanismos de protección de los dispositivos y de la identidad digital y los datos personales asociados, es decir, ser consciente de los riesgos y amenazas que surgen en la red y ser capaz de contrarrestarlo, al mismo tiempo que fomenta la creación de hábitos mediáticos saludables (Castillejos-López, et al., 2016).
Hasta ahora la competencia digital dentro de las aulas ha radicado en el correcto manejo de los diferentes dispositivos y la extracción del máximo potencial de estos para beneficio del aprendizaje; sin embargo, ser digitalmente competente no se basa solo en unos conocimientos teóricos y unas aplicaciones prácticas de las TIC, sino que supone ser consciente de qué se está haciendo y los riesgos posibles derivados de ese uso, al igual que disponer de habilidades para solventar esos riesgos en el caso de que se den. El papel de los docentes llegados a este punto resulta fundamental, pues deben asumir la responsabilidad de enseñar en todo lo concerniente a la seguridad digital y cómo los discentes deben gestionar este aspecto dentro de formación. Esto, por tanto, lleva a conocer cómo es el estado actual de la formación inicial de los futuros docentes, pues esta debería dar respuesta a las necesidades y retos actuales que se vienen exponiendo en este trabajo (Gabarda, et al., 2017). Por ello, se opta por esta área dentro de la CDD para abordarla en este módulo, pues supone un componente esencial de una de las competencias fundamentales en el presente y que seguirá siéndolo en el futuro.
A continuación, se presenta como primer punto de este módulo, un esquema sobre los principios básicos necesarios para una correcta educación digital.
Como se puede ver en este esquema para que la seguridad digital pueda llevarse a cabo de manera correcta, son muchos los elementos que hay que tener en cuenta y desarrollarlos todos de manera eficaz y efectiva.
Seguidamente, se van a abordar los aspectos más destacables del uso de las redes de internet que tienen relación con la seguridad de los diferentes usuarios, así como los diferentes desafíos que se tienen que abordar y conseguir para poder conseguir que la seguridad digital sea algo real. También, se van a proporcionar una serie de pautas de actuación para la prevención y/o disminución de esos fenómenos de riesgo que conllevan, como no, a una seguridad mayor.