El paludismo ha afectado al ser humano durante miles de años, pero los primeros datos que se tienen de la malaria son los escritos de Hipócrates, que en el 400 a.C. únicamente describía las fiebres y los síntomas de la enfermedad. El descubrimiento del agente causal de la malaria no llegó hasta 1880 gracias a Charles Louis Alphonse Laveran, cirujano del ejército francés de servicio en Argelia, quien observaba muestras de sangre fresca, hasta que descubrió las formas del parásito en la muestra de un paciente. Este hecho hizo que Laveran, relacionase el Plasmodium, como el parásito causante de la malaria. Años después, durante el 1899, el investigador italiano Giovanni Batista Grassi, demostró que el Plasmodium desarrollaba su ciclo vital en el mosquito Anopheles, evidenciando así que el mosquito era el transmisor del parásito que causa la enfermedad. Pero no fue hasta el año 1901, en España, que el Ministerio encomienda a los doctores Huertas y Mendoza que viajen a la provincia de Cáceres para estudiar los focos productores del paludismo español. Ellos realizaron un estudio de la pandemia centrado en la zona del ríor Tiétar, en la provincia de Cáceres, una de las zonas más afectadas, ya que, debido a su climatología, la abundancia de agua y de cultivos de regadío (cereales, algodón…) se convertía en un lugar idóneo para la proliferación de esta especie de mosquito. A continuación, se muestra el mapa de distribución de la malaria realizado a partir de los estudios de Huertas y Mendoza (Imagen 1).

Imagen 1. Distribución de las regiones palúdicas en España. Barcelona: Tipografía La Academia (Serra Hnos. y Rusell) 1903. Biblioteca Nacional de España. Signatura 1/8274
En 1917 Gustavo Pittaluga, médico y científico italiano (nacionalizado español en 1904) al frente de la organización de la lucha contra el paludismo en España, propuso que algunos organismos de investigación científica debían funcionar de forma independiente y en relación directa con el Ministerio, por lo que, en 1920, se crea la Comisión para el Saneamiento de las Comarcas Palúdicas, encargada de la lucha contra el paludismo en España. Las primeras cifras oficiales sobre la extensión del Paludismo en España fueron obtenidas en 1918 por la Inspección de Saneamiento del Campo y mostraban una importante incidencia en la zona. Ya en 1920, Pittaluga dividía a las provincias españolas en tres tipos de regiones, según la intensidad de paludismo (ver Imagen 1):
- Regiones de paludismo grave: Cáceres, Badajoz, Huelva, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Ciudad Real, Jaén, Murcia, Salamanca y Alicante.
- Paludismo de mediana intensidad: Ávila, Málaga, Toledo, Albacete, Zamora, Palencia y Valladolid.
- Paludismo leve: Eran el resto de provincias desde Castellón con más incidencia hasta Álava y Guipúzcoa.
En 1920 la Comisión para el Saneamiento de las Comarcas Palúdicas puso en funcionamiento la primera estación experimental de Talayuela, importante gracias a su localización. Este municipio está situado al noreste de la provincia de Cáceres, en el valle del río Tiétar, perteneciente a la comarca del Campo Arañuelo, al pie de la montañosa comarca de la Vera. La orografía es prácticamente llana en esta zona y posee numerosas charcas de importancia que son refugio y alimento para las especies de la zona. Hasta 1923 se realizó en Talayuela la primera campaña antipalúdica bajo la dirección de Gutavo Pittaluga y Sadi el Buen, atendiendo a los enfermos de las comarcas adyacentes anteriormente nombradas. Durante estos años se amplió la lucha a otras localidades en la que los Ayuntamientos cedían los locales y la Diputación la consignación presupuestaria. En ese mismo año se estudió el paludismo de 21 pueblos de la Vera y 17 de la Mata y otros 61 de otras zonas.
Al año siguiente ya funcionaban varios dispensarios antipalúdicos que incluían el de Talayuela, Navalmoral de la Mata, Jarandilla, El Robledo, Mirabel y La Bazagona en Cáceres. En ellos, se realizaban análisis de sangre y se confeccionaba un censo de habitantes enfermos, para someterlos a vigilancia.
En 1924 la estación de Talayuela se traslada a Navalmoral de la Mata, donde se crea el Instituto Nacional Antipalúdico sede de la Comisión Central Antipalúdica. En este instituto fue donde se centralizó la lucha antipalúdica española, dedicada al estudio y enseñanza de los problemas parasitólogos y a la preparación del personal que intervino en la organización. Esta institución era la encargada de declarar las zonas afectadas por la malaria y de crear una red de dispensarios antipalúdicos, considerados un elemento clave en la lucha antipalúdica. El centro estaba a cargo del director Álvaro Lozano (1910-1960), además contaban con un médico especializado en mariología, uno o dos estudiantes de medicina y una persona de laboratorio realizando análisis de sangre y suministrando el tratamiento de quinina a domicilio. Se realizaron campañas educativas, distribuyendo carteles con recomendaciones y medidas antipalúdicas, para llegar al mayor número de personas.

Imagen 2. Cartel de las Calenturas Palúdicas. Propaganda de la lucha antipalúdica (Lit. J. Palacios 1920). Colección particular Dr. Pedro Alonso (Barcelona).