Decisión sobre capacidad
La capacidad productiva se define como la máxima cantidad de bienes o servicios que una empresa puede producir en un período de tiempo determinado. Marca, por tanto, el límite superior para el volumen de bienes fabricados o servicios prestados. Ahora bien, si decimos que una fábrica de smartphones puede producir 10.000 unidades, la pregunta inmediata que nos viene a la cabeza es: ¿10.000 unidades en cuánto tiempo? ¿En una hora, al día, a la semana…? Así, para que tenga sentido, la medida de la capacidad ha de expresarse siempre referenciada a un período temporal: unidades fabricadas al día, clientes atendidos por hora…
La decisión sobre la capacidad productiva tiene importantes implicaciones para el futuro de la empresa, ya que determina cuestiones relevantes y tiene ramificaciones en otras áreas funcionales:
Abastecimiento de la demanda | La capacidad productiva determina la capacidad de respuesta de la empresa al mercado en términos de pedidos que se pueden satisfacer, plazos de entrega que se pueden cumplir o clientes que se pueden atender adecuadamente. | ||
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Estructura de costes | Las decisiones sobre capacidad influyen en la relación entre costes fijos y variables, en función del volumen de inversiones hechas en espacio, instalaciones, equipamiento, etc. (costes fijos). Por lo general, en la estructura de costes de una empresa manufacturera pesan más los costes fijos, mientras que en una empresa de servicios pesan más los costes variables. | ||
Política de inventarios | La capacidad productiva conlleva una capacidad de procesamiento y almacenamiento que delimitará la estrategia de gestión de inventarios y la negociación de condiciones y plazos de entrega con proveedores. En este sentido, con la excepción del comercio, las empresas de servicios requieren menor inversión en almacenes que las empresas manufactureras. | ||
Recursos humanos | La capacidad productiva se relaciona con el espacio y equipamiento destinado a producción, lo cual determinará el diseño de estaciones de trabajo y, con ello, el número de trabajadores a contratar. Sin embargo, no sólo el número de empleados es relevante, sino también su productividad, que a su vez vendrá determinada por su cualificación y motivación. Por tanto, la decisión de capacidad también se ve imbricada con decisiones del área de recursos humanos como selección de personal, formación de empleados o políticas de motivación y retribución. |
Tabla 2. Fuente: Elaboración propia.
Dependiendo de la actividad o sector concreto, las inversiones estructurales en capacidad pueden ser diferentes, pero podemos generalizarlas en las siguientes, ejemplificando para cada una algunas de las posibles diferencias entre empresas fabricantes de bienes y empresas de prestación de servicios:
Inversiones en espacios e instalaciones |
Compra de terrenos, adquisición/alquiler de naves u oficinas. En el caso de empresas de servicios, estas inversiones estructurales suelen ser menores que para empresas manufactureras, por la menor necesidad de espacio (con la excepción de, por ejemplo, los grandes comercios). |
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Inversiones en equipamiento |
Maquinaria, equipos productivos, tecnologías para procesos productivos y de gestión de la información. También para las empresas de servicios las inversiones en maquinaria y equipamiento suelen ser de menor magnitud, en comparación con las actividades manufactureras. |
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Inversiones en recursos humanos |
Programas a largo plazo de formación, motivación del personal, estrategias de retribución. Las decisiones estratégicas en recursos humanos son muy determinantes para la productividad, y por tanto para el mantenimiento de la capacidad productiva planificada, por lo que es esencial tanto en actividades industriales como de servicios. |
Tabla 3. Fuente: Elaboración propia.
Una base fundamental para tomar la decisión sobre capacidad productiva es una buena previsión de la demanda, que ha debido quedar adecuadamente justificada en el análisis de mercado del plan de marketing, a su vez dentro del plan de empresa elaborado para el proyecto emprendedor. Si bien esta es la recomendación teórica, ha de tenerse en cuenta que la realidad no se ajusta siempre a los mandatos teóricos, y concretamente esto puede ocurrir en la planificación de la capacidad cuando se está poniendo en marcha el negocio, donde la incertidumbre es muy alta. Por tanto, la decisión sobre capacidad productiva debe entenderse desde la flexibilidad, ya que podrá y deberá ser corregida a medida que la iniciativa empresarial comience su andadura y se desarrolle en el mercado.
Si la capacidad no se ajusta bien a la demanda, nos podemos encontrar con dos posibles situaciones:

Un exceso de capacidad a largo plazo conlleva una carga de costes fijos innecesarios, exceso de inventarios y mantenimiento de equipos y personal ociosos, con el consiguiente aumento de costes y la correspondiente merma de eficiencia. Por su parte, el defecto de capacidad a largo plazo implica disminución en la calidad del producto, debido al empleo al límite de los recursos de la empresa durante largos períodos de tiempo (por ejemplo, horas extra de los trabajadores, horas excesivas de las máquinas), llevando en última instancia a consecuencias tan negativas como pérdida de clientes y disminución de la cuota de mercado (Arias Aranda et al., 2018).
Debe quedar claro que los desajustes a corto plazo entre demanda y capacidad productiva son normales, pues son fruto de la variabilidad de la demanda. Por ello, han de tomarse constantemente decisiones de capacidad para corregir este tipo de desajustes en el medio y corto plazo. Así, por ejemplo, en caso de necesitar cubrir pedidos por encima del nivel de capacidad, puede acudirse a horas extra de personal y máquinas, a contrataciones temporales de personal o a encargos por subcontratación. Sin embargo, cuando este desajuste se mantiene a largo plazo y por tanto es estructural, es señal de que no se hizo una buena planificación de la capacidad. Para corregirlo, se han de tomar decisiones estructurales de expansión o reducción de la capacidad, según se trate de defecto o exceso, respectivamente. La ampliación de capacidad implicará nuevas inversiones, mientras que la reducción de capacidad incluye medidas como desinversiones, despidos o incluso cierre.
Si bien acabamos de mencionar la subcontratación puntual como una solución para la gestión del defecto de capacidad a corto plazo, cabe señalar que la subcontratación puede constituir una estrategia a largo plazo en la planificación de la capacidad, ya que permite mantener altos niveles de capacidad productiva con estructuras más pequeñas y flexibles. A modo de ejemplo, pueden verse a continuación dos ejemplos de estrategias de subcontratación a nivel coyuntural (o temporal) y estructural (o a largo plazo).
Ejemplos de estrategias de subcontratación a corto y largo plazo
Iluminaciones Ximénez
El grupo empresarial Ximénez Group, formado por cinco empresas con sede en Puente Genil (Córdoba, España), está considerado hoy como una de las cinco empresas más potentes en todo el mundo en el ámbito de la iluminación decorativa. Es el responsable de, entre otros grandes proyectos, la decoración navideña de prácticamente todas las capitales y grandes municipios del país (unos 200 contratos solo en la campaña actual), y monta las luces también en sitios tan lejanos como Nueva York, Singapur, Moscú o Milán.
Algunos años, en el período prenavideño, Ximénez Group ha tenido que subcontratar a varias empresas competidoras del ámbito nacional, mucho más pequeñas, con el objetivo de abastecer los picos de demanda en todo el territorio.
Fuente: Adaptado de ABC de Sevilla, 8/12/2019
Inditex
En la era de la globalización, las grandes empresas se lanzaron a la deslocalización de su producción, subcontratando empresas locales en todo el mundo. El sector textil, con Inditex a la cabeza como empresa pionera en estos movimientos a finales de los 90, es un caso paradigmático: muchas grandes firmas no tienen ni un solo taller de confección propio. La deslocalización de la producción de Inditex le brinda la gran ventaja de abaratar costes laborales, así como costes fijos, porque las inversiones necesarias en capacidad son mucho menores que si todos esos talleres fueran propios. Por otro lado, ofrece la ventaja de la flexibilidad: pueden trasladar su producción de un país a otro con gran facilidad. Sin embargo, el debate está servido en cuanto al lado oscuro de estas ventajas, ya que la responsabilidad queda diluida.
Fuente: Adaptado de El Salto, 26/10/2017