La gravedad de estas amenazas, unido al escaso interés que se le ha prestado a los suelos en las últimas décadas, ha generado serios problemas en la pérdida de productividad de numerosos suelos y en la alteración de sus funciones dentro del ecosistema. En la actualidad, parece que cada vez hay una mayor concienciación por parte de la sociedad y de los gobiernos en promover medidas de protección y conservación de suelos. En este sentido, el suelo se considera un elemento clave para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De forma específica y directa, el suelo tiene un papel decisivo en los siguientes objetivos:
Objetivo 2: Hambre cero
El suelo es la base para la producción de alimentos vegetales y de pienso para el ganado. Mejorar la calidad de los suelos es un objetivo clave para erradicar el hambre en el planeta, lograr la seguridad alimentaria mediante una mejora de la nutrición, al tiempo que se debe promover la agricultura sostenible como base para el desarrollo futuro y la reducción de las desigualdades entre diferentes regiones del planeta.
Objetivo 3: Salud y bienestar
La salud de los suelos está directamente relacionada con la salud de los seres humanos. Para garantizar una vida sana y promover el bienestar de la población en todos los rangos de edad y estatus social, hay que promover la mejora de la calidad de los suelos, evitando la contaminación asociada a la entrada de productos potencialmente peligrosos y su pérdida mediante los procesos de erosión. La reducción de la degradación de los suelos puede contribuir de manera significativa a mejorar las capacidades del suelo para proporcionar bienes y servicios a la sociedad.
Objetivo 6: Agua limpia y saneamiento
El papel del suelo en el ciclo del agua es esencial, ya que un suelo bien conservado favorece la retención de agua en su matriz, al tiempo que incrementa la capacidad de infiltración de agua en las cuencas, aumentando de forma significativa la recarga de los acuíferos. Para garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, hay que preservar la calidad del suelo, ya que éste actúa como un auténtico filtro ambiental que facilita la entrada de agua limpia en los ecosistemas.
Objetivo 11: Ciudades y comunidades sostenibles
El papel del suelo en los medios urbanos está teniendo cada vez más relevancia. La presencia de zonas verdes, huertos urbanos y jardines es cada vez más importante en el ordenamiento de nuestras ciudades. Para lograr que nuestras ciudades y comunidades sean lugares seguros, resilientes y sostenibles hay que garantizar la protección de los suelos en estos ambientes, ya que suponen también la salvaguarda del patrimonio cultural y natural que nos rodea. Los suelos urbanos actúan como filtro activo frente a la deposición atmosférica de elementos potencialmente contaminantes, generan un intercambio de gases saludable en nuestras ciudades y posibilitan el desarrollo de zonas verdes.
Objetivo 12: Producción y consumo responsables
El manejo y gestión sostenible de nuestros suelos hace posible un uso mucho más eficiente de este recurso. Para garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles hay que garantizar que utilizamos el suelo de forma respetuosa, impidiendo su degradación al reducir la aplicación de productos químicos y protegiéndolo de la erosión. Los modelos de producción y consumo deben pasar por un uso sostenible de nuestros recursos y por reducir el impacto negativo que la degradación de los mismos puede generar sobre nuestra salud y la del medio ambiente.
Objetivo 13: Acción por el clima
Es cada vez más prioritario adoptar medidas urgentes para luchar contra el cambio climático y sus impactos. El suelo puede desempeñar un papel decisivo en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, mediante la fijación en el mismo de importantes cantidades de carbono orgánico, la gestión sostenible de este recurso y la restauración de los suelos degradados. El potencial de los suelos para luchar contra el calentamiento global está cobrando cada vez más relevancia en las políticas ambientales y económicas de numerosos gobiernos.
Objetivo 15: Vida de ecosistemas terrestres
El suelo es un elemento esencial de los ecosistemas terrestres, siendo un elemento decisivo en la salud de los mismos y en el correcto funcionamiento de los ciclos vitales (agua, nutrientes, gases). Para proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma adecuada, luchar contra la desertificación, detener la pérdida de la biodiversidad e incrementar la eficiencia del agua, hay que detener y revertir la degradación de los suelos y promover la mejora de sus propiedades, ya que estas actuaciones irán directamente encaminadas a mejorar la vida en los ecosistemas terrestres.