Los detectores de presencia miden variaciones de una magnitud física que se interpretan como presencia de alguien en el área vigilada. Sirven fundamentalmente para detectar intrusión, pero también para teleasistencia y para control de iluminación, calefacción, persianas, toldos, etc.
Pueden estar concebidos para interiores o para exteriores, también pueden ser volumétricos, que detectan presencia en toda una zona, de proximidad, que detectan la presencia en un sitio concreto, o de penetración, por ejemplo al cruzar una puerta.
Existen muy diversas tecnologías para la detección de presencia. Así, entre los detectores volumétricos encontramos dispositivos que funcionan por infrarrojos, por sonido, por ultrasonidos, por microondas o con cámaras de videovigilancia, son numerosos los sensores puntuales que pueden detectar si hay alguien en una silla, una cama, una alfombra, etc. Detectores de penetración en la vivienda los hay de contactos magnéticos, sensores de vibración, detectores de rotura de cristales o sensores de capacitancia entre otros, y para exteriores donde se desea detectar la posible irrupción en zonas bien definidas, normalmente delimitadas por barreras físicas, existen dos tipos fundamentales de detectores: detectores por interrupción de haces (barreras) y detectores perimetrales enterrados. Entre los más usados podemos mencionar los detectores de movimiento basados en sensores de infrarrojos pasivos (PIR), que captan la radiación infrarroja que emiten los elementos de la zona vigilada, y se activan al variar su intensidad por el cambio de temperatura producido por un cuerpo, persona, animal, vehículo, etc. Algunas características a tener en cuenta de estos detectores son la compensación automática de temperatura, el campo de visión, o la inmunidad ante animales pequeños (mascotas).
