Introducción
Las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores artrópodos, hasta hace poco consideradas exóticas, propias de países de climas cálidos, tropicales, a menudo asociadas con la pobreza y la falta de medios en países con bajos recursos económicos –y en consecuencia, sanitarios- (de ahí la denominación “enfermedades desatendidas”), han alcanzado en la actualidad una relevancia y una distribución geográfica sin precedentes. Enfermedades que afectan a humanos como el dengue, el chikungunya, el zika, pero también zoonosis que afectan tanto a humanos como a animales, tales como la fiebre por virus West Nile o la fiebre del valle del Rift, o solamente a animales, como la lengua azul, la peste equina o la enfermedad epizoótica hemorrágica, entre otras, son transmitidas por picaduras de artrópodos hematófagos al tomar la sangre de estos vertebrados para completar su ciclo reproductivo. Se trata de infecciones que han dado un salto cualitativo importante en los últimos tiempos, considerándose enfermedades emergentes en diversas partes del mundo, y que ya no están limitadas a las zonas tropicales sino que, cada vez más frecuente e intensamente se presentan en áreas templadas del Planeta, donde incluso llegan a persistir y establecerse de forma endémica en algunos casos.
Este auge de las enfermedades transmitidas por vectores (o “enfermedades vectoriales”) coincide con fenómenos de cambio global de origen antropogénico que están alterando significativamente los procesos ecológicos que gobiernan el funcionamiento de la biosfera. impactando significativamente en el clima, en los ciclos del agua, en la transformación del territorio, en la invasión de especies exóticas, en la pérdida de biodiversidad, en la introducción de xenobióticos (sustancias químicas ajenas a la vida) en la naturaleza, entre otros procesos. La influencia de estos fenómenos en la emergencia de nuevas enfermedades infecciosas, así como en la reemergencia de enfermedades conocidas pero que vuelven a aparecer en territorios donde habían desaparecido, es indudable (Jimenez-Clavero, M. A., 2012). En este sentido, las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores poseen una especial vinculación con las transformaciones asociadas al cambio global, ya que los vectores artrópodos poseen un ciclo biológico extremadamente dependiente de unas condiciones ambientales específicas, incluyendo rangos precisos de temperatura, humedad, agua disponible, etc. En efecto, refiriéndonos a las enfermedades transmitidas por vectores artrópodos, éstas se distribuyen por territorios que necesariamente han de sostener poblaciones significativamente numerosas de vectores competentes con potencial infeccioso, capaces de diseminar la enfermedad a nuevas poblaciones de hospedadores. Cada especie de vector artrópodo ocupa un nicho ecológico que está determinado por unas condiciones ambientales muy concretas. Esto hace que la distribución de estos vectores, y por ende de las enfermedades que transmiten, puede verse muy afectada por alteraciones en la temperatura, régimen de lluvias, humedad, etc.
Si bien estas consideraciones son en general aplicables a cualquier enfermedad vectorial, es necesario señalar que las de mayor importancia sanitaria a nivel mundial son causadas por una colección de patógenos, frecuentemente virus, transmitidos por mosquitos. Son precisamente estas las que han sufrido un mayor incremento en su incidencia y distribución territorial (Johnson, N. et al, 2018) en relación con las transmitidas por otros tipos de vectores, tales como garrapatas, jejenes (culicoides). chinches, flebótomos (moscas de la arena), simúlidos (mosca negra), piojos o pulgas. Es por este motivo que esta sección se ocupará de las enfermedades infecciosas transmitidas por mosquitos, específicamente a las causadas por arbovirus 1, enfocándonos en aquellas que desde hace poco tiempo se han introducido en España.
Palabra que deriva de la contracción de la expresión en inglés “arthropod-borne virus”, es decir, virus transmitidos por artrópodos.