Para que los flebotomos mantengan sus funciones vitales son necesarias condiciones climáticas concretas, especialmente en cuanto a viento, temperatura y ausencia de lluvias. A lo largo del día su actividad comienza al ponerse el sol, hasta la medianoche.
Las fluctuaciones de las poblaciones de los flebotomos a lo largo del año han sido ampliamente estudiadas. Mediante el conocimiento de estos datos podemos conocer cuáles son las épocas de mayor densidad y, por tanto, de mayor probabilidad de transmisión. En las zonas más cálidas, ecuatoriales y tropicales, la actividad es ininterrumpida durante todo el año, mientras que en países templados la actividad se centra desde principios de verano hasta finales de otoño. Las distintas especies de flebotomos muestran requerimientos más o menos definidos, encontrándose especies de ambientes áridos, o incluso desérticos, mientras que otras prefieren ambientes húmedos como pueden ser los bosques.
Por las peculiares condiciones de España, los flebotomos suelen aparecer entre abril-junio para desaparecer entre octubre-noviembre, según se trate de regiones del norte o del sur. Los estudios realizados en las provincias de Almería y Granada muestran que la dinámica estacional de las especies presentes en ambas localizaciones es similar (Figura 2). De este modo S. minuta muestra una curva de evolución monofásica con la mayor densidad de capturas entre julio y septiembre. Las restantes especies presentan curvas con dos máximos o difásicas, uno al principio de verano (P. perniciosus y P. papatasi) o final de primavera (P. ariasi) y otro al final de verano o comienzo de otoño (P. perniciosus y P. papatasi) o en otoño (P. ariasi). P. sergenti también presenta curva monofásica, pero con cierto desplazamiento del periodo de actividad según el matiz bioclimático y máximos al principio o final del verano (Gil-Collado et al., 1989; Morillas-Márquez et a., 1983). En cuanto a P. langeroni, a pesar de la escasez de datos, parece que estamos ante una especie de entornos poco áridos y húmedos, con un periodo de actividad menor que otros vectores, situado entre julio y octubre (Sáez et al., 2018). Resulta interesante que cuando comparamos la frecuencia de distribución anual de una misma especie en regiones con distinta climatología, estas curvas pasan de ser difásicas -en zonas cálidas- a monofásicas -en regiones más templadas- o a la inversa. Esto se observa en los trabajos de Riuox et al. (2013), donde P. ariasi mostraba distribución monofásica en Las Cevenas y bifásica en los Pirineos Orientales, más cálidos; o P. perniciosus con carácter monofásico en los Pirineos Orientales frente al bifásico de Túnez.
Figura 2. Dinámica estacional de los flebotomos de Granada y P. papatasi en la provincia de Almería. Gil-Collado et al., 1989.