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Actividad 1. Ampliación de contenidos

El desarrollo literario de los amores de Aquiles y Políxena

En época imperial se desarrolla una versión de la muerte de Aquiles que implica a Políxena, hija de Príamo y Hécuba, de la que el héroe se enamora. A partir de las sintéticas narraciones de los mitógrafos y comentaristas latinos el mito va cobrando entidad hasta convertirse en una secuencia casi autónoma, con su correspondiente alegoría moral, sobre todo en época medieval, reflejando los elementos del amor cortés entre Aquiles-caballero y Políxena-dama, llevado a las tablas en una comedia del Siglo de Oro como escena trágica complementaria a la trama principal.

Se ofrece, a continuación, un selecto dossier de textos ordenados cronológicamente. Extrae de su lectura unas conclusiones generales y adjúntalas como tarea. En la Bibliografía General del curso se encontrarán estudios para afrontar estos textos.

1. Higino, Fábulas 110 (s. I d.C.)

Como los dánaos, vencedores, se embarcaran en su flota desde Ilio y quisiera cada uno regresar a su patria y llevarse su padre de botín, se dice que la voz de Aquiles reclamó desde el sepulcro la suya. Así, pues, los dánaos inmolaron junto a su sepulcro a Políxena, hija de Príamo, que fue una doncella hermosísima, por cuya causa Aquiles –por pretenderla y haber hablado con ella– fue asesinado por Alejandro y Deífobo.

Trad. J. del Hoyo – J.M. García Ruiz, Higino, Fábulas, Madrid, Gredos.

2. Dictis Cretense, Diario de la guerra de Troya 3.2-3 (s. IV d.C)

Entonces Aquiles, poniendo casualmente sus ojos en Políxena, quedó cautivado por la hermosura de la doncella. Y aumentando su deseo de hora en hora, cuando ve que no hay sosiego para su espíritu, regresa a las naves. Pero al pasar unos pocos días e ir el amor acrecentando su fuerza, llama a Automedonte y le descubre el fuego que devoraba su alma; al final, le pidió que fuera a ver a Héctor con motivo de la doncella. Héctor, por su parte, le hace saber que le daría a su hermana en matrimonio si le entregaba el ejército entero. Seguidamente, Aquiles promete que acabará totalmente con la guerra si se le entrega a Políxena.

Trad. V. Cristóbal, en Mª.F. del Barrio Vega – V. Cristóbal, La Ilíada latina. Diario de la guerra de Troya de Dictis Cretense. Historia de la destrucción de Troya de Dares Frigio, Madrid, Gredos, 2001.

3. Dares Frigio, Historia de la destrucción de Troya 27 (s. IV d.C.)

Cuando llegó el aniversario del enterramiento de Héctor, Príamo, Hécuba y Políxena y los demás troyanos marcharon al sepulcro de Héctor. Aquiles se encuentra con ellos en el camino; contempla a Políxena, fija en ella su atención y comienza a sentir por ella un vehemente amor. […] Empujado por el amor, da un recado a un esclavo frigio, de probada lealtad, para que se lo llevara a Hécuba, y solicita de ella que le diera a Políxena como esposa; si se la llegaba a dar, él con sus mirmidones decía volvería a la patria, y después que él lo hubiera hecho, todos los demás jefes harían a continuación lo mismo. El esclavo marcha a ver a Hécuba, se reúne con ella y le expone el recado. Hécuba responde que estaba de acuerdo si su marido Príamo consentía en ello; hasta que lo trate con Príamo, manda al esclavo que regrese. El esclavo le cuenta a Aquiles su gestión. […] Hécuba departe con Príamo sobre la propuesta de Aquiles. Príamo responde que aquello no podía llevarse a cabo, no ya porque considerara a Aquiles indigno de su parentesco, sino porque si se le daba y él se marchaba, los demás no lo haría, y era injusto casar a una hija suya con un enemigo. Por lo cual –decía– si quería que ello se llevara a cabo, que se hiciera la paz perpetua y que se marchara el ejército, debía consagrarse el pacto según derecho; si así se hacía, él de buen grado le daría a su hija. Así pues, Aquiles, según se había convenido, envía su esclavo a Hécuba para enterarse de qué había tratado con Príamo. Hécuba da recado al esclavo de todo lo que había tratado con Príamo.

Trad. V. Cristóbal, en Mª.F. del Barrio Vega – V. Cristóbal, La Ilíada latina. Diario de la guerra de Troya de Dictis Cretense. Historia de la destrucción de Troya de Dares Frigio, Madrid, Gredos, 2001.

4. Fulgencio, Mitología 3.7 (s. V d.C.)

Finalmente, perece (sc. Aquiles) por amor a Políxena y muere por el talón a causa de su libido, pues Políxena, que significa en griego “peregrina de muchos”, bien porque el amor hace a la mente viajar de la inteligencia, bien porque la libido se propaga entre muchos como una peregrina.               

Trad. Ibáñez.

5. Primer Mitógrafo Vaticano 1.36 (s. IX d.C.)

Aquiles, bañado por su madre en la laguna Estigia, era de cuerpo totalmente invulnerable, excepto la parte por la que había sido sostenido. Él, como se hubiera presentado para encontrarse en un templo con su amada Políxena, murió por las asechanzas de Paris, escondido tras una estatua.    

Trad. Ibáñez.

6. Primer Mitógrafo Vaticano 3.9 (s.  IX d.C.)

Aquiles se negó a tomar Troya, pues había sido sobornado por Príamo bajo promesa de entregarle en matrimonio a su hija Políxena.

Trad. Ibáñez.

7. Segundo Mitógrafo Vaticano 248 (s. X d.C.)

Políxena, hermana de Héctor, de pie en una torre, arrojó sus brazaletes y zarcillos sobre el cuerpo del que pensaba que era su hermano. Aquiles, al verla, prometió que, si se la entregaban, devolvería el cadáver de Héctor y que haría la paz de los troyanos con los griegos una vez devuelta Helena. Prometida Políxena por los troyanos, cuando se hubieron reunido en el templo de Apolo Timbreo para sellar el pacto, murió por las asechanzas de Paris, escondido tras una estatua, tras arrojarle una flecha en la parte vulnerable, pidiendo antes de morir que, una vez caída Troya, Políxena fuera inmolada sobre su sepulcro, lo que precisamente fue cumplido por su hijo Pirro.        

Trad. Ibáñez.

8. José Iscano, La Ilíada de Dares Frigio 79-101 (s. XII)

Allí están, con los cabellos sueltos, las iliades, lamentándose, esta por su esposo, por su hijo aquel, por su hermano muchas, y ora lloran por todos de consuno, ora se lamentan de sus sinsabores uno por uno. Y, teniendo las demás rostros febriles que les dan un tinte pálido sepultando su hermosura, solo Políxena florece con su semblante intacto, y nada osan contra su cara las tormentas de su alma. La ve y la desea el Eácida, y, herido del puntiagudo oro de Cipris, suspira por repentinos amores. Y, como un amor prolongado en intensa práctica consolida las almas tiernas con el pie espondeo, así un reciente motivo de anhelos, permaneciendo inalterado alberga iguales aguijones y fuegos semejantes, y ablanda, incitándolo al tálamo, a Aquiles, que está destinado a perecer por él. Y así, ni se acuerda de armas ni se ocupa de combates, y ya querría volver, y hacer regresar a todas las huestes de su patria, y trastornar el ejército entero, si se le otorga la regia doncella como partícipe de su lecho y precio de retirada. Entera de estas cosas al frigio Sergesto, que goza de la más inmediata confianza para todos los secretos del rey, y le asegura que habrá paz y que la guerra en su totalidad se reducirá a unos pactos, si los mirmidones, de regreso, siguen sus preceptos. Lo había escuchado Príamo, y vuelve Sergesto. A Aquiles le agrada el pacto, y en cambio le perjudica la guerra, y con la fácil repulsa crece su amor. Estas son las condiciones: si cesan las públicas hostilidades, la doncella será entregada para celebrar matrimonio con el héroe en las riberas de su patria.

Trad. Mª.R. Ruiz de Elvira Serra, La Ilíada de Dares Frigio, Madrid, Coloquio, 1988.

9. Juan de Burgos, Crónica troyana 84 (s. XV)

Como Archiles ovo mirado a Polícena & ovo considerado & contemplado en su fermosura, verdaderamente concebió en su ánimo que nunca en sus días oviera visto donzella ni otra fembra en que fuese tanta fermosura & que en su persona concurriesen aquestas dos cosas, conviene a saber, tan claro & generoso linaje & tanta excelencia de fermosura. E como Archiles con deseo de su coraçón lançó & afirmó su vista en mirar a Polícena, Archiles se sintió a desora ferido de saeta de amor & afincado deseo, que su coraçón trespasó & lo costriñó & apremió muy gravemente en fervor de amor & intrínsica afición que gravemente le atormentava. El qual Archiles, pensando su dolor amansar & consolar a sí mesmo, en continuando su mirar en vista de Polícena, quanto más la mirava, tanto más en ardor se acendía & muy mayor llaga fazía en su coraçón, & quanto más considerava & contemplava en la muy grand fermosura & graciosidad de Polícena, tanto más él mesmo es causa de su pasión & dolor & tanto más el amor que dél se apodera poderosamente, que más Archiles se siente captivo & preso del amor de Polícena, todos los otros cuydados olvida & pospone, & sólo este es aquel que su coraçón trabaja & atormenta, & no piensa en otra cosa sino en mirar a Polícena en quanto mirar la puede, en lo qual faze su llaga mayor & trahe más en fondura de su coraçón.

Ed. M. Sanz Julián, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2015.

10. Natale Conti, Mitología 9.12 (s. XVI)

Este, después de muchas ilustres hazañas ante Troya, que Homero reseñó, cautivado por el amor de Políxena, hija de Príamo, hizo saber a Príamo a través de mensajeros que él lucharía en defensa de Troya si se le concedía a la joven. Entonces Príamo prometió que se la concedería; y, al haberse reunido estos por este motivo en el templo de Apolo Timbreo, Paris con ocultas emboscadas lo atravesó con una flecha, por lo que así concluyó el último día de su vida por un engaño.

Trad. R.Mª. Iglesias Montiel – Mª.C. Álvarez Morán, Natale Conti. Mitología, Murcia, Universidad, 1988.

11. Juan Pérez de Moya, Philosofía secreta 4.42 (s. XVI)

El Paris, por inducción de su madre Hécuba, le mató una noche que Achiles vino solo a Troya, so color de recébir por esposa a Policena, y a lo último fue Paris muerto de Pirro, hijo de Achiles.

Ed. C. Clavería, Juan Pérez de Moya, Philosofía secreta, Madrid, Cátedra, 1995.

12. Guillén de Castro y Antonio Mira de Amescua, La manzana de la Discordia y robo de Helena 2620-2741 (s. XVII)

              POLIXENA
2620                  Ya mi venganza se ordena:
                            muera este griego, portento
                            de sangre humana sediento,
                            que el enemigo mayor
                            es la mujer que el amor
2625                   troca en aborrecimiento.
                            [Sale] Aquiles, de labrador, con espada
              AQUILES
                           Polixena soberana,
                           pues el amor no me niega
                            que se rinda una fe griega
                           a una belleza troyana,
2630                  triunfa ya, como Diana,
                           de mis amores gentiles,
                           y a tus bellos ojos diles
                           que me matan de mil modos,
                           que Aquiles triunfó de todos
2635                  y ellos triunfaron de Aquiles.
               POLIXENA
                          Griego de inmenso valor,
                          que en estos campos sombríos
                          haces de púrpura ríos
                          con las armas y el furor;
2640                 pagarte quiero ese amor
                          con la mano prometida,
                          porque soy agradecida
                          y en el fuego de tu fee
                          como otro fénix tendré
2645                fama eterna, inmortal vida.
               AQUILES
                        Dichosos fueron los hados
                        y dichosos los pesares
                        por quien así dio a sus mares
                        de armas y naves poblados,
2650               pues de laurel coronados
                        se miran hoy mis deseos
                        con tan infelices empleos.
                        Niegue a Grecia la venganza
                        vitorias, si mi esperanza
2655               se corona de trofeos.
                POLIXENA
                       Tuya soy, y hasta la muerte
                       has de ser mi dueño solo.
               AQUILES
                      Gracias quiero dar a Apolo
                      de mi soberana suerte.
2660             A su imagen voy.
                      Éntrese
               POLIXENA
                                                  Advierte,
                     pues dan rayos soberanos
                     los simulacros troyanos,
                     que amor con respeto pidas.
                     ¡Oh, si tuvieras tres vidas
2665            para vengar tres hermanos.
                     Sale Paris flechando el arco
                PARIS
                    A griegos, pues sin traidores,
                    mata el hado con traición,
                    porque estas las flechas son
                    de los troyanos amores.
2670           Como el áspid en las flores
                    oculta estuvo mi pena
                    en la hermosura de Helena.
                    Traidora ha sido tu lanza
                    y son rayos de venganza
2675           los ojos de Polixena.
                    Tira una flecha
                    Griego que de Amor herido
                    disfrazado en Troya vive,
                    segunda flecha recibe
                    que soy tu dios Cupido.
                   Tira otra. Dentro Aquiles
               AQUILES
2680           ¡Cielo, venganza te pido
                    desta muerte tan aleve!
               POLIXENA
                    A tu pecho cruel se debe.
                    Sale Aquiles con una flecha en el pecho y otra en la garganta
               AQUILES
                    Vida eterna me causaran
                    si estas flechas me tiraran
2685           tus manos de grana y nieve.
                    ¿Cómo están en tu hermosura,
                    ¡oh Polixena cruel!,
                    ingratitud de laurel,
                    entrañas de piedra dura
2690            y se[d] de Circe perjura?
                    Sacárame el corazón
                    la fuerza de tu afición;
                    diéranme muerte tus cielos
                    con los rayos de unos celos,
2695          no con infame traición.
               POLIXENA
                   Aquiles, griego inconstante,
                  ¿cómo mi sangre vertías
                  cuando amores me ofrecías?
              AQUILES
                  Era soldado y amante.
2700         Iba la ambición delante
                  del amor cuando vencía,
                  y la amorosa porfía
                  la vez que me retiraba
                  y como amante moría.
2705        Bien merece padecer
                 quien no escarmienta en Helena,
                 que aunque hermosa, Polixena,
                 es en efeto mujer;
                 y era forzoso el hacer
2710        lo que todos. Mas ya siento
                 que el veneno y el tormento
                 hace mi pecho pedazos,
                 deja que muera en tus brazos
                 para que muera contento.
              PARIS
2715        ¡Bárbaro! ¿Cuando te mueres
                 en amor loco porfías?
              AQUILES
                 Inventor de alevosías,
                aún con palabras me hieres.
                Llega a mí, si Paris eres,
2720       pues la fortuna consiente
                que con traición insolente
                triunfe tu mano alevosa
                de la mujer más hermosa
                y del hombre más valiente.
              PARIS
2725      Sin fuerzas y sin valor
               estás; tu peligro es cierto.
             AQUILES
               Basta un hombre medio muerto
               contra un cobarde traidor.
               Muero en rabia y en furor.
2730     ¡Aquiles, ya te desalmas!
              Ciñan laureles y palmas
              tu estatua, que a manos mueres
             de un robador de mujeres
             y una robadora de almas.
             Vase 
            PARIS
2735    Ya con la muerte bregando
             despide el alma atrevida;
             en su sangre y en su vida
            va cayendo y tropezando.
           POLIXENA
             Y yo me voy consolando
2740    porque consuelos alcanza
             la mujer en la venganza.

Ed. Á. Ibáñez Chacón, en A. de la Granja (coord.), Antonio Mira de Amescua. Teatro completo, vol. 6, Granada, Universidad – Diputación, 2006.

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